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José Antonio Martínez-Abarca

PP, Pluralidad de Partidos

Costa debe estar indignadísimo. Unos conocidos de vista de Madrid que ni siquiera son de la casa han llamado por teléfono diciendo que representan a la oposición española y que ellos saben lo que es bueno para él.

Hubo unos años en los que el PP, todavía convaleciente del monolitismo de Aznar, acusaba al PSOE de decir cosas distintas dependiendo del territorio donde se emitieran. Incoherencia imperdonable que el PP salvó para sus propias siglas, sobre todo a partir del Congreso valenciano, del siguiente modo: haciendo que el PP significara cosas distintas dependiendo del territorio donde se emitieran las siglas. El PP, hoy, es un vago franquiciado donde lo único que viene de la central es el anuncio luminoso de la gaviota, porque la carta del menú para los señores clientes se hace en el propio territorio, al gusto local.

Y no parece que la fórmula, al menos en elecciones autonómicas, vaya nada mal. El PP deslocalizado es como esos restaurantes españoles en el extranjero que se llaman todos "casa Pepe" pero que ofrecen desde "paella tres delicias" a escalopes "stroganoff" para no hacerle ascos a nadie. No es posible pensar, por ejemplo, que el partido de Madrid es el mismo que el de Cataluña, o el de Castilla-La Mancha que el de Murcia. Tienen Españas distintas en mente, si es que algunas son España. El partido no puede cometer la indiscreción, como el PSOE, de asegurar principios diferentes dependiendo del territorio donde se expresen sencillamente porque cada territorio tiene su partido, y así no hay esquizofrenias como las socialistas que solucionar.

Nada de extraño que el segundo de Camps, Ricardo Costa, no acabe de entender por qué una gente forastera que ni siquiera es pariente se empiece a meter en cosas que no son de su partido. En cosas que son de las mismas siglas, pero no de su partido. ¿No habían quedado que, para alcanzar el poder en unas elecciones generales, cada territorio debía confundirse con el medio, como hacen, miméticos, los lenguados, para no excitar la ira del español parado –perdón, sentado– y que les apedrearan las sedes? ¿Que en Cataluña el PP debía hacerse el simpático para que la gaviota centralista llegara a parecer un ibis egipcio, que en Galicia el partido debía criar a la vez a sus votantes y a su futura oposición, subvencionando un nacionalismo menor que no les perdonará jamás el favor de obligarle a gobernar (como en la pasada legislatura gallega), que en el País Vasco la franquicia debía contemplar los contenciosos que no son "el conflicto" con genuina mirada "de allí"? ¿Que, en fin, en Valencia la "cláusula Camps" supone una reserva permanente de autoridad autogestionaria precisamente para evitar que vengan de Génova 13 a opinar de lo que no deben?

Costa debe estar indignadísimo. Unos conocidos de vista de Madrid que ni siquiera son de la casa han llamado por teléfono diciendo que representan a la oposición española y que ellos saben lo que es bueno para él. ¡Ni que Rajoy le diera de comer! ¡Ni que el PP fuera ahora otra vez un partido!

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