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Borja Prieto

Menos droga para la I+D+i

Las subvenciones van a proyectos que suenan bien, que encajan en la visión del gobernante. Los proyectos ofrecerán resultados que permitan a la administración presumir de lo conseguido.

La reducción del capítulo de I+D+i en los próximos presupuestos es una buena noticia. Al contrario de lo que muchos han dicho estos días, es lo único sensato que se puede hacer si de verdad queremos cambiar a una economía basada en el conocimiento y la tecnología.

Las subvenciones son tan tóxicas como la droga. Al principio parece que te abren un mundo de nuevas posibilidades, pero pronto conseguir más droga o más subvenciones acaba convirtiéndose en el principal objetivo de los que caen en sus redes. En el mundo del cine, la última ocurrencia de González-Sinde es dar subvenciones a guiones aunque nunca lleguen a convertirse en película. Ya no hace falta ni molestarse en rodar un bodrio que nadie quiere ver, basta con hacer un guión que guste a un burócrata.

Y las subvenciones a la I+D no son diferentes. Quien otorga la subvención es quien decide qué proyectos merecen recibir su dinero. El aspirante a subvencionado lo sabe, y procurará satisfacerle. Como no puede ser de otra manera, los políticos que manejan los presupuestos de I+D creen que tienen una información y una capacidad de raciocinio superior al resto de los mortales y decidirán que se debe priorizar la biotecnología, o las energías renovables, o las telecomunicaciones.

De modo que los recursos no irán al mejor destino, que es el que hubiera decidido el mercado. Irán a proyectos que suenan bien, que encajan en la visión del gobernante. Los proyectos ofrecerán resultados que permitan a la administración presumir de lo conseguido. Se celebrarán jornadas y simposios que inaugurará un ministro o un secretario de Estado, y todos se felicitarán por el buen trabajo realizado. Sin que a nadie le importe que de lo investigado, desarrollado e innovado poco o nada llegue al mercado y se convierta en riqueza, en lo que Zapatero llama "cambio del modelo productivo".

Por eso, la reducción de las subvenciones a la I+D+i es una buena noticia. Desgraciadamente, no va acompañada de una reducción de impuestos que libere recursos de ciudadanos y empresas que pudieran ser dedicados a innovación, pero al menos obligará a los más competentes a depender menos de las drogas y buscar financiación real para proyectos reales. Esos que acaban llegando al mercado y transformando la economía.

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