Menú
Víctor Llano

Del paseo de Curro por La Habana

No le pudo explicar que no entiende cómo un ministro español puede despreciar el sufrimiento de millones de españoles y pasearse con sus verdugos. El jubilado español no entiende nada. Sólo sabe de su hambre y de las torturas que sufre su nieto.

Dicen que los amigos le llaman Curro. No por gusto siempre que puede viaja al Caribe. Le relaja. Este fin de semana uno de sus muchos camaradas castristas le llevó de la mano por lo que queda de La Habana. Un jubilado español –al que sus escoltas no reconocieron como el abuelo de un activista de los derechos humanos condenado a morir en prisión– les siguió mientras pudo. Ayer llamó a un amigo común y le contó lo que les escuchó. Éste me lo contó a mí. Les reseño parte de la conversación. Lo que más le dolió al jubilado español:

Curro.- Necesitáis nuestra ayuda para reconstruir todo lo que se os ha caído.

Eusebio Leal.- Sí. Por eso te enseño lo que hay.

Curro.- Lo que hay y lo que no hay.

Eusebio Leal.- Tú me entiendes, Curro.

Curro.- Sí. Te entiendo. ¿Cómo no te voy a entender? Vamos a ver el portal de aquella casa. Conserva parte de la belleza que un día tuvo.

Eusebio Leal.- No. Mejor no vamos por ahí.

Curro.- ¿Por qué?

Eusebio Leal.- En esa calle vive la mujer de uno de los disidentes que hemos encarcelado. Mejor damos la vuelta.

Curro.- Gracias por advertírmelo. Sólo me faltaba que me reconociera y me hablara. Zapatero me mata si se entera que hablé con una disidente. Por cierto, esa señora que viste de blanco no será una de ellas.

Eusebio Leal.- No. Tranquilo. Si seguimos por aquí no correremos peligro.

Hasta ahí pudo escuchar el jubilado español. Los escoltas le obligaron a cambiar de camino. No le pudo pedir a su paisano que le preguntara a Leal por su nieto. No le pudo explicar que no entiende cómo un ministro español puede despreciar el sufrimiento de millones de españoles y pasearse con sus verdugos. El jubilado español no entiende nada. Sólo sabe de su hambre y de las torturas que sufre su nieto. Cuando le visita no le puede llevar ni un trozo de pan. No tiene familia en Miami. Y perdió el contacto con la que tenía en Asturias. Nadie le envía un paquete de comida. Está solo. Y cree que morirá solo. Curro puede sentirse satisfecho.

En Internacional

    0
    comentarios
    Acceda a los 1 comentarios guardados