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Maite Nolla

Rajoy tampoco hubiera fichado a Boadella

El brillante Ridao ha pedido reformar la Sindicatura de Cuentas. Es decir, el único organismo que detectó y se atrevió a denunciar lo que pasaba en Santa Coloma, con la pasividad cómplice del Parlament, debe ser reformado no sea que vuelva a las andadas.

A Albert Boadella tengo que agradecerle que me honre con su amistad, que de vez en cuando se lea mis artículos y que gracias a él me dedicara a la política durante un tiempo y de forma amateur. Cierto es que mi carrera no ha sido meteórica, sino meteorítica, y es que reconozco que es un poco patético tener veintinueve años y llevar ya casi dos como ex política. Al revés que Nacho Uriarte. Les digo que yo me metí en política gracias a Boadella, porque me convenció después de oírle en diciembre de 2005, acompañándole en el cartel Arcadi Espada y Horacio Vázquez-Rial. Además, tuve la suerte de ser dirigida por el dramaturgo catalán –parece un bicho en peligro de extinción– en el escenario del Teatro Tívoli, con gran éxito de crítica y público.

La última gamberrada del artista fue la que se veía por la ventana que les abrí a su blog, lavándome yo las manos. Ciertamente, ver en apuros a los que desde 1980 han dividido a los catalanes en buenos y malos según fuéramos o no nacionalistas, reconforta a los que más lo han sufrido, y, como mínimo, obliga a revisar el criterio.

Y es que la combinación, en su justa medida, de la gamberrada y la política, nos ayuda a digerir mucho mejor propuestas como la última de ERC, encaminadas, supuestamente, a acabar con la corrupción. El brillante Ridao ha pedido reformar la Sindicatura de Cuentas. Es decir, el único organismo que detectó y se atrevió a denunciar lo que pasaba en Santa Coloma, con la pasividad cómplice del Parlament, debe ser reformado no sea que vuelva a las andadas. Y hay que digerirlo porque la señora Sánchez-Camacho, que piensa que de la corrupción va a sacar partido –ilusa–, se ha apuntado también a lo de la reforma de la Sindicatura, cuando, en realidad, lo que hay que hacer es acabar con la duplicidad de organismos y evitar que se pisen entre ellos; en este caso con el Tribunal de Cuentas. Y es que tengo que recordarles que el PPC en el Parlament, por orden expresa de la señora Camacho, votó a favor de la práctica expulsión del Defensor del Pueblo en Cataluña, en beneficio del correspondiente órgano nacional catalán. Si la señora Camacho quiere hacer lo propio con el Tribunal de Cuentas, como pide Ridao, que nos lo diga. Y que nos diga también si con la excusa de la corrupción lo que quieren es evitar que el Tribunal de Cuentas fiscalice a los partidos políticos catalanes, que por ahí va la cosa.

Les dije hace un tiempo que Gallardón no hubiera fichado nunca a Boadella, como hizo Esperanza Aguirre, porque Gallardón de lo que pasa en Cataluña no tiene ni idea, ni le importa. Teniendo en cuenta lo que Rajoy piensa –o filtra que piensa– de Esperanza Aguirre, de Gallardón y de Cataluña –o lo que otros piensan por él–, con una sencilla regla de tres –en este caso de cuatro– hay que concluir que Rajoy tampoco le hubiera fichado.

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