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Cristina Losada

Placeres muy modernos

Es inevitable que el Gobierno se entrometa en la vida privada de los ciudadanos. Hay que obligarles, si es preciso, a alterar actitudes y valores. No basta con la labor de la telebasura.

Una portavoz de la campaña emprendida en Extremadura bajo el lema "El placer está en tus manos", ha dado la clave. "Yo pensaba que estaba en el siglo XXI", clamó indignada por el empeño de cierta prensa en reducir esos cursillos tan complejos sobre el autoconocimiento erótico desde la perspectiva feminista, a mera prolongación de un sex-shop de toda la vida, que es, por cierto, el tipo de establecimiento que los imparte. Los socialistas españoles se han propuesto siempre modernizar España, lastrada, a su juicio, por un atraso endémico, incluso después de tantos años de gobiernos suyos. Pero llegar al siglo XXI de los países desarrollados en ámbitos como la ciencia, la tecnología y el conocimiento no es fácil. Cualquiera comprende que resulta más sencillo instruir a los menores en las artes masturbatorias y el uso de juguetes eróticos que cambiar el modelo productivo.

La Junta extremeña se siente muy orgullosa de su iniciativa. Y con razón, pues los socialistas de la generación Zeta han abandonado aquella vieja idea de la

modernización ligada al progreso material. Los autoexplorados progresistas de hoy en día desprecian el crecimiento económico casi tanto como el mérito y la excelencia. Para ellos, la revolución pendiente es la ruptura con la moral tradicional, que la fractura intelectual se puede dar por hecha. De manera que no miden la modernidad de un país en tasas de fracaso escolar, paro, infraestructuras y fríos datos de ese estilo, sino por el grado en que la sociedad se aleje de los antiguos cánones burgueses y, puaf, conservadores. Es, por ello, inevitable que el Gobierno se entrometa en la vida privada de los ciudadanos. Hay que obligarles, si es preciso, a alterar actitudes y valores. No basta con la labor de la telebasura.

Los socialistas creen que dar cursos para el autodescubrimiento del placer es una audaz transgresión, una muestra de lo liberados, vanguardistas y desprejuiciados que somos cuando ellos gobiernan. Pero lo suyo se enmarca en un papanatismo muy tradicional por estos pagos. Tanto quieren ser modernos que sobreactúan y hacen el ridículo. Son los sucesores de los nuevos ricos que Tati retrató de modo magistral en Mi tío.

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