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Fuerzas Armadas en entredicho

Si en Afganistán no combatimos a los talibanes, si en Líbano no combatimos a Hezboláh y si en Somalia no combatimos a los piratas, ¿cómo se justifica el dineral que estas misiones están costando hoy a los españoles?

En el Ministerio de Defensa hay un problema político, aquí denunciado en repetidas ocasiones y que por otro lado a nadie puede extrañar: ni Bono ni Alonso ni mucho menos Chacón han creído nunca en las Fuerzas Armadas, en su tradición, en sus valores y en el papel constitucional que juegan. Al contrario, si por algo se han caracterizado los tres es por seguir al dedillo el dictado de Zapatero, autodenominado el rojo, que consiste precisamente en acabar con ellas mediante la eliminación de sus valores y tradiciones, la erosión de su españolidad y su conversión en una ONG o un cuerpo de bomberos.

Es ya evidente que las Fuerzas Armadas son hoy menos fuerzas y menos armadas que en 2004; y en 2012 lo serán bastante menos que en 2008. Pero más vale no engañarse. El problema político esconde un problema militar, del que son responsables las mismas Fuerzas Armadas. Ante sus mismas narices, el PSOE está llevando a cabo un proceso de descapitalización de los ejércitos, de vaciado moral y nacional. Y los responsables militares –por cuestiones de nómina, de simpatías ideológicas o de una mal entendida relación civil-militar–, dejan, se dejan y encubren esta política, a cambio de misiones de dudoso objetivo. Por un lado, las FAS son enviadas a misiones sin sentido, comisariadas políticamente y en las que los soldados se muestran incapaces de hacer algo más que posar para la ministra y defenderse de quienes les atacan, a veces sin éxito.

Por otro lado se trata de operaciones carísimas, que cuestan al erario público una millonada. Millonada de escasa justificación: si en Afganistán no combatimos a los talibanes, si en Líbano no combatimos a Hezboláh y si en Somalia no combatimos a los piratas, ¿cómo se justifica el dineral que estas misiones están costando hoy a los españoles, si ni siquiera se defienden sus intereses o sus valores por el mundo? Las misiones en el exterior están convirtiendo al ejército en un juguete roto en manos de los socialistas, que empujan a la opinión pública a preguntarse por qué y para qué queremos unas Fuerzas Armadas que cuestan tanto y cuyo papel consiste sólo en no dejarse matar por el mundo.

Dentro del proceso de descapitalización de los ejércitos, la crisis de los piratas ha supuesto un punto de no retorno: Zapatero ha mostrado ante los españoles que sus Fuerzas Armadas no les sirven para nada. Fueron incapaces de impedir el asalto al Alakrana, fueron incapaces de liberarlo –o de intentarlo– cuando aún era posible hacerlo; fueron incapaces de impedir que los piratas sacaran a los secuestrados del barco. Todo el despliegue militar ha sido incapaz de cumplir con las expectativas que los españoles depositaron en sus hombres. Puede afirmarse que, a fin de cuentas, la culpa es de la dirección política; cierto, pero quien siempre acaba haciendo el ridículo son las Fuerzas Armadas, y es su papel –y no desgraciadamente el de Zapatero– el que se pone en duda.

Si no cumplen su papel, se abre así la puerta a la posibilidad de buscar nuevos horizontes para la defensa española. Si los militares españoles se muestran incapaces de defender los intereses españoles por el mundo, puede explorarse la posibilidad de que compañías privadas, más alejadas de las directrices políticas de los Gobiernos del mundo, se hagan cargo de muchas operaciones. Operaciones que además resultan más baratas a los españoles, a tenor de lo que cuestan estas compañías en otros países. A Zapatero le dará igual, pero no debiera a los militares. Las Fuerzas Armadas están para matar en nombre de los españoles, no para morir por ellos. Si no son capaces de cumplir con esta labor, quizá sea el momento de buscar alguien que sí lo haga. Y por menos dinero.

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