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EDITORIAL

López Garrido debe dimitir

Aunque López Garrido hubiera dejado de considerarse patrono de la Fundación Alternativas, está claro que tenía una relación íntima con ella y no debería haberle concedido ninguna ayuda.

Quizá lo que más promueve la idea de que todos los políticos son iguales, más incluso que los casos de corrupción y mera sinvergonzonería, es el claro doble rasero con el que los propios apparatchicks juzgan hechos similares, dependiendo de las siglas tras las que se escondan sus autores. Así, Pajín no se ha limitado a exigir la dimisión de Camps, Costa y todo aquel que pasara por allí, sino que le ha echado en cara al PP que los diputados madrileños expulsados no hayan devuelto su acta, como si eso dependiera de Esperanza Aguirre. En cambio, ahora que un nuevo escándalo afecta al Gobierno de Zapatero, se calla.

López Garrido ha sido imputado por prevaricación y malversación de fondos, es decir, por corrupto. Al contrario que buena parte de las acusaciones de la trama Gürtel, el caso penal está bastante claro, y el político cristalino. López Garrido concedió unas ayudas a la Fundación Alternativas, la FAES del PSOE, siendo patrono de la misma. Tanto él como la fundación alegan que ya había dejado de serlo; los denunciantes que las pruebas presentadas no tienen forma de ser fechadas y podrían haber sido fabricadas con posterioridad, y que la ley no admite que nadie pueda darse de baja como patrono de la forma en que López Garrido asegura que lo hizo.

No obstante, parece claro a qué quiere acogerse López Garrido para intentar librarse de ser procesado, y podría tener éxito. Sin embargo, políticamente su caso no tiene defensa ninguna. Aunque hubiera dejado de considerarse patrono de la Fundación Alternativas, está claro que tenía una relación íntima con ella y no debería haberle concedido ninguna ayuda. Si consideraba razonable que se concediese, debería haberse abstenido de hacerlo él personalmente. Las subvenciones otorgadas, además de inútiles como la mayor parte de las que conceden todos los gobiernos, huelen muy mal. Quizá al final no sea corrupción, legalmente hablando, pero sin duda demuestra mucha caradura y muy poco respeto por la ética y por ese "Buen Gobierno" del que tanto se jacta el Ejecutivo y que tan poco practica.

Además, López Garrido ocupa el cargo de secretario de Estado para la UE y fue puesto en él para preparar el semestre de la presidencia española de la Unión. Zapatero ha depositado grandes esperanzas en esos seis meses, esperando tener numerosos encuentros internacionales que lo pinten como el estadista que nunca ha sido, reuniones planetarias con Obama, un cierto silencio de la oposición y, en definitiva, un gran lavado de imagen que le permita remontar en las encuestas. Ni el presidente del Gobierno ni el propio López Garrido deberían correr el riesgo de que un procesamiento empañe esa presidencia, por más que seguramente el objetivo de que los españoles se olviden la crisis no se cumpla de todos modos.

En cualquier caso, el PP tampoco puede elevar mucho la voz. Es la consecuencia de no haber actuado con contundencia y ejemplaridad contra los sospechosos dentro de sus propias filas. Así, sólo quedaremos algunos medios exigiendo la dimisión de López Garrido, lo cual no le afectará demasiado, y la pésima imagen que está dando al margen de la opinión publicada, que sí puede llevar a tomar una decisión. Esperemos que sea lo antes posible.

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