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Alberto Gómez

La agenda oculta de Copenhague

Obama estaba ansioso por aprobar una legislación sobre el clima que incluyera el correspondiente impuesto. Afortunadamente la sociedad civil americana se está oponiendo a esa nueva vuelta de rosca hacia el socialismo.

El debate sobre el calentamiento global no es acerca de las temperaturas y los niveles de CO2. Es una guerra ideológica entre los que quieren cambiarnos a nosotros (y no al clima) y los que creemos en la libertad, los mercados, en el ingenio humano y en el progreso técnico. Los abogados del alarmismo climático piden una expansión sin precedentes de la intervención del Estado en nuestras vidas. Estamos siendo obligados a aceptar reglas acerca de cómo vivir, qué hacer, cómo comportarnos, qué consumir, qué comer, cómo viajar. Es inaceptable.

Estas palabras son de Vaclav Klaus, presidente de la República Checa. Ambos, presidente y país fueron víctimas de la primera gran utopía moderna. Es lógico que Klaus sea escéptico ante esta nueva agenda totalitaria. La historia reciente muestra lo que ocurre cuando la sacralidad se aparta de la vida humana y se deriva hacia otros bienes supremos, como el socialismo o el Tercer Reich. El catastrofismo climático no es extraño a la agenda anticristiana, abortista, proeutanasia y en favor del activismo feminista y gay radicales. Esos grupos de ideas se autocatalizan de manera que forman parte de un mismo entramado. Unas plantean el espantajo de la presión ambiental humana sobre el sagrado planeta. Otras plantean medios para evitarlo: intervención política para limitar las libertades (libertad es sinónimo de gasto de energía para los nuevos soviets). Limitar también la población con el adoctrinamiento y la imposición de valores y medidas antinatalistas. Finalmente otras ideas asisten en la laminación de todo lo que se oponga a ello. Para estos nuevos Malthus de pacotilla, el problema es el ser humano, lo confiesen o no. 

La próxima cumbre del clima en Copenhague, el próximo diciembre, es la sucesora de Kioto. Si la anterior proponía limitación de emisiones para los países industrializados, el borrador de la nueva cumbre va varios pasos mas allá. Para adelantar trabajo, se propone avanzar, antes de la cumbre, la legislación en cada país que incluya un impuesto especial para sostener a un nuevo organismo permanente. Una nueva emanación de los ociosos burócratas de la ONU, de la UE y otros rent seekers, hambrientos de fondos, de legitimidad y de poder sin control democrático. ZP se presentará con su ley de la economía sostenible y ya ha adelantado un aguinaldo de nuestra parte.

El pagano principal se suponía que eran los Estados Unidos. Obama estaba ansioso por aprobar una legislación sobre el clima que incluyera el correspondiente impuesto. Afortunadamente la sociedad civil americana se está oponiendo a esa nueva vuelta de rosca hacia el socialismo, lo cual ha enfriado las perspectivas de la cumbre. Los periódicos de izquierdas españoles han mostrado su frustración. 

Mientras, la derecha política europea, con excepciones, mira para otro lado... cuando no se suman entusiastas. Veremos qué ocurre en diciembre.

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