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Marta Pérez-Cameselle

Aciertos y falacias sobre Educación para la Ciudadanía

Es inevitable reconocer que tanto el cristianismo como el liberalismo comparten una misma creencia: la libertad de la persona singular y, por tanto, se puede enraizar el liberalismo en el pensamiento cristiano.

Qué oportuno resulta el título Educación para la ciudadanía: las falacias del desconocimiento, que la Asociación Madrileña de la Empresa Familiar (AMEF) ha escogido recientemente para su documento crítico con la polémica asignatura. Sin embargo, algunas de sus afirmaciones –tal vez fruto del desconocimiento– no dejan de ser igualmente falacias, y además gratuitas. Que quede claro que desde aquí no se pretende defender dicha asignatura, por la misma razón que critica la AMEF. No, la crítica a este informe va por otro lado...

En dicho informe aparece este párrafo:

El maltrato al emprendedor es de raíz muy antigua. En el Nuevo Testamento está aquella frase lapidaria que asegura que "es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos". En general, las religiones han tenido una relación siempre tormentosa con la ganancia y su justicia.

No se trata de hacer aquí una exégesis de los textos evangélicos porque no soy una experta para ese cometido. Pero creo que tampoco los miembros de la asociación antes citada son personas competentes para hacer esas afirmaciones tan rotundas sin base alguna. Para ellos, no cabe otra posible interpretación, pero, francamente, me parece retorcer mucho las cosas.

Pues bien, reconociendo de antemano mi ignorancia teológica, les diría a los miembros de la AMEF respecto a esa célebre frase de un pasaje de El Nuevo Testamento que, a lo mejor, como debe interpretarse es desde un punto de vista estrictamente personal, es decir, teniendo en cuenta que Jesucristo se dirige a cada persona singular, al fondo de su conciencia, y en este caso creo oportuno recordar otra célebre frase de Jesús: "No podéis servir a Dios y al dinero".

Creo que por ahí van los tiros. No se trata de ser rico o pobre –porque es obvio que el dinero en este mundo se necesita para vivir, y uno siempre debe ser responsable, ya que nadie vive aislado, con lo mucho o lo poco que tiene–, sino de cuál es tu prioridad como persona: ¿el dinero? Decía Julián Marías de forma muy expresiva, que cuando esto ocurre, cuando uno se identifica con su dinero, con su riqueza, de forma que su realidad consiste en ello, la persona está "metalizada". Y si esto es así, uno decide libremente marchar en sentido contrario a Cristo. Ahora bien, si lo que no encaja con el cristianismo es, a juicio de la AMEF, la creación de riqueza, (así ocurre con el marxismo, como bien cita en este caso la asociación), la comunista Unión Soviética habría sido el paradigma del cristianismo. ¡Tanta miseria igualitariamente distribuida!, ¡tanto materialismo sin resquicio alguno de espiritualidad! No es ese precisamente el "sueño" de un emprendedor... ni de un cristiano.

Parece ser que, en general, los miembros de la AMEF también mantienen "una relación (no sé si siempre) tormentosa" con alguna religión cristiana en particular. Y es que este otro párrafo (que sigue al anterior) también merece alguna aclaración: "Y aunque el protestantismo supuso en eso una cierta corrección, baste citar a Max Weber y La ética protestante y el espíritu del capitalismo".

Después de la crítica de la AMEF a la citada frase de un pasaje evangélico, no resulta coherente repartir aciertos y desaciertos entre religiones cristianas, pues todas ellas reconocen el carácter sagrado de El Nuevo Testamento. No obstante, se sobreentiende que su "condena" se dirige al catolicismo, y a este respecto no hay más remedio que contraargumentar citando a los autores de la Escuela de Salamanca de los siglos XVI y XVII (Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Luis Molina, Juan de Mariana...), muy anteriores a los autores de la Escuela Clásica (Gran Bretaña, s. XVIII), de Adam Smith y seguidores, los cuales han sido considerados erróneamente pioneros del liberalismo económico. Así lo reconocen expresamente muchos economistas de la Escuela Austriaca, desde finales del s.XIX, y vigente en la actualidad.

Contrariamente a lo sostenido por Max Weber en su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo, no fue tanto el protestantismo, sino más bien el pensamiento católico de españoles dominicos y jesuitas, que además de la Economía cultivaban la Teología, la Filosofía y el Derecho, el que puso las bases del liberalismo.

La idea de libertad del individuo, o de la persona singular, expresión más cálida y cercana, constituye la raíz de todo liberalismo, entendido éste básicamente como corriente de pensamiento filosófico, económico y de acción política que propugna limitar el poder coactivo del Estado sobre las personas y la sociedad, en beneficio de la persona. Pues bien, esa libertad en todas sus vertientes, puesto que dicho concepto en esencia es único e indivisible, está igualmente en la raíz del cristianismo, puesto que el don de la libertad lo recibe toda persona de Cristo. De ahí que sea inevitable reconocer que tanto el cristianismo como el liberalismo comparten una misma creencia: la libertad de la persona singular, y que, por tanto, se pueda enraizar el liberalismo en el pensamiento cristiano. Otra cosa es el liberalismo ilimitado que, como todo extremismo, acaba desvirtuando su verdadero objeto, al derivar en un individualismo exagerado centrado en lo material y carente de sensibilidad por los demás, lo cual conduce al empobrecimiento de la persona.

Sí que fueron, por el contrario, los totalitarismos, de por sí extremos, tan propensos a adoctrinamientos ideológicos y moralizantes y tan extendidos en el siglo XX (a los que también se alude acertadamente en el documento de la AMEF), los verdaderos enemigos de la libertad personal; libertad que fue cercenada en el terreno económico a todo potencial empresario.

Actualmente, parece que se dan en España otras tendencias totalitarias disfrazadas de democracia que, en el terreno económico, buscan restringir lo más posible la capacidad de maniobra del emprendedor. Nuestro Gobierno, alcensurarde palabra y de obra a los empresarios, no sólo difunde en la sociedad una visión falaz de su contribución económica, sino que favorece que cada vez sea menos atractiva la opción de emprender un negocio. Esa demonización empresarial está contando también con la complicidad de los "liberados", que no liberales, sindicales, quese preparan últimamente para manifestarse contra los empresarios, lo cual es paradójico, por ser éstos quienes precisamente crean empleo y riqueza, y a los que nada más y nada menosles atribuyen el "pecado" de aprovecharse de la crisis económica.

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