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Pablo Molina

Verde no, roja

Si el arcano de la sostenibilidad ha sido desvelado en esta ley, la Salgado lo oculta al público, salvo que la clave para la nueva economía productiva sea vigilar de cerca lo que gana el presidente del Santander y su equipo directivo.

Cada vez que Zapatero anuncia una nueva medida para resolver la crisis supera en esperpento a todo lo anterior. Y el caso es que esta vez nos había pillado con la guardia baja, porque muchos creímos sinceramente que la nueva ley anunciada en la convención hollywoodiense celebrada por el PSOE iba a versar exclusivamente sobre economía "sostenible", energías "alternativas" y lucha contra el cambio climático.

No es que la previsión fuera tranquilizadora, porque en esas materias se puede hacer mucho daño a la economía del país y Zapatero es un virtuoso del desastre, pero cuando leemos el resumen de la vicepresidenta económica con los puntos más destacados de la nueva normativa es inevitable reconocer que los socialistas nos han vuelto a sorprender.

O sea, que el principal escollo que nos impide salir de la crisis es el sueldo que los accionistas de una empresa pagan voluntariamente a sus gestores, delito de leso socialismo que el Gobierno se propone remediar con esta ley, anunciada como la iniciativa estelar de esta segunda legislatura. Porque además de ciertas reformas legislativas para agilizar la pesada burocracia estatal y las habituales apelaciones al apoyo a la investigación y el desarrollo, lo más destacado de este proyecto de ley, a juzgar por la sinopsis de la ministra Salgado, es la decisión de Zapatero de controlar lo que las empresas pueden o no pagar a sus ejecutivos. Sobre los tres sueldos de la Pajín o los cinco de de Cospedal, en cambio, el Gobierno no dice nada, convencido tal vez de que la labor de los políticos profesionales es mucho más importante que la de los ejecutivos de una multinacional. Y en parte es así, porque si los directivos de las grandes compañías hacen ganar dinero a los propietarios de la empresa, no vea usted la paletada de pasta que algunos políticos hacen ganar a los propietarios de terrenos urbanizables o a los productores de cine.

Por otra parte, seguimos sin saber a qué se refiere Zapatero cuando propone un nuevo modelo productivo, exactamente igual que le ocurre a él mismo. Si el arcano de la sostenibilidad ha sido desvelado en esta ley, la Salgado lo oculta al público, salvo que la clave para la nueva economía productiva, sostenible y respetuosa con el calentón global sea vigilar de cerca lo que gana el presidente del Santander y su equipo directivo. Que igual lo es, no pongamos trabas a la imaginación del Consejo de Ministros. Y si no es así, al menos ya han dado un titular a los medios "progresistas" y una mano de vaselina a electores de extrema izquierda, encantados de creer que Zapatero castiga a los ricos aunque estén en el paro y sin poder llegar a final de mes.

La sostenibilidad de Zapatero es básicamente esa, mantener subsidiados a sus votantes y darles su ración mensual de radicalismo legislativo. Este mes ya llevan recetadas dos dosis generosas, con la ley del aborto y ésta otra para la economía "roja". Todo un atracón, y eso que todavía no es Navidad.

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