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Juan Morote

El retratista

Estos sujetos, ayunos de la más mínima cultura jurídica, pretenden extorsionar a los herederos de Centelles. La pena es que los hijos carezcan de la habilidad de su padre para plasmar en una foto todo un acto de denuncia de la injusticia.

Así se denominaba a los fotógrafos en los pueblos y ciudades de la España de los años cincuenta. Pues bien, en la Cataluña oficial, es decir, la que forzó nada menos que al treinta por ciento de los catalanes a votar a favor del Estatut, se ha ignorado y silenciado la obra del retratista de la guerra civil Agustí Centelles.

Los chicos del PSC y de la Esquerra no entienden que, todavía en España, se pueden tomar decisiones al margen del incipiente Estado catalán. No es menos cierto que los herederos de los golpistas del 34 pensarán que si el Estatut ya estuviese plenamente vigente, esto no habría sucedido. Tienen tan poco respeto a la libertad, desconocen tanto lo que significa la relación paterno-filial, que se erigen en exegetas autorizados de la voluntad de Centelles, muerto hace casi un cuarto de siglo. Así, el consejero de Cultura de la Generalitat, un tal Tresserras, se ha permitido el lujo de indicar a los hijos y herederos del fotógrafo cuál era la voluntad de su padre. Resulta cuanto menos paradójico que sea un extraño a la familia quien se crea con autoridad para interpretar la voluntad del fotógrafo fallecido.

Como no entienden lo de la pela más allá del porcentaje correspondiente a cada adjudicación de obra pública, no son capaces de asimilar que los hijos de Centelles hayan decidido vender la obra de su padre al Ministerio de Cultura. Claro que, en la mentalidad de estos tribalistas, esto supone tanto como habérselo vendido al Gobierno de Burundi. Para tratar de impedirlo han recurrido a la estrategia de siempre, esto es, a retorcer el derecho y a utilizar todo el aparato jurídico del Estado para amparar su arbitrariedad. Los nacionalistas, siempre torticeros, se saben beneficiados por la premiosidad de los tribunales, especialmente tratándose de la jurisdicción contenciosa en Cataluña.

De este modo, estos sujetos, ayunos de la más mínima cultura jurídica, pretenden extorsionar a los herederos de Centelles. La pena es que los hijos carezcan de la habilidad de su padre para plasmar en una foto todo un acto de denuncia de la injusticia. Los descendientes no se habían dado cuenta de que iban a actuar con su padre como lo hicieron con los del POUM. Es imposible que Centelles sea redimido de su pecado, consistente en no haber trocado el carnet del PSUC por otro más acorde a los nuevos tiempos.

Con estemodus operandiactúan los de PSC y la Esquerra. Pretenden hacer perder el dinero pactado por los herederos de Centelles con el Ministerio del Gobierno de los restos de España, para que acepten la muy inferior oferta del Govern de l'Estatut; de lo contrario, que se preparen: a lo mejor también les dedican el mismo editorial doce periódicos acusándoles de atentar contra la dignidad del patrimonio artístico de Cataluña.

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