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Fernando Martín

Fernando Martín, 20 años sin el mito

"Para los adolescentes y jóvenes que crecieron en los años 80, Fernando Martín era el baloncesto". No sé si es cierto para el resto, pero en mi caso particular esa afirmación se acerca mucho a la realidad.

He titulado este artículo igual que el documental de TVE que se emite en Teledeporte de forma deliberada. Gracias a este reportaje los aficionados más veteranos podrán recordar su figura y los más jóvenes podrán hacerse una idea de lo que significó para la sociedad española en general y para el mundo del baloncesto en particular el trágico final de un jugador que marcó la diferencia por muchos motivos.

Fernando Martín Espina fue mucho más que el primer español que llegó a jugar en la NBA. De hecho, aunque fue un pionero, su participación en la liga norteamericana fue breve y con un papel marginal, no por falta de calidad o nivel físico, sino porque su entrenador en los Portland Trail Blazers apenas le dio oportunidades de demostrar su juego. Fue un adelantado a su tiempo y sufrió el desdén de un sistema que entonces trataba con condescendencia a los jugadores europeos que no pasaban por las universidades americanas. Tuvieron que pasar más años y jugadores de la talla de Marciulonis, el también malogrado Petrovic, Divac, Kukoc y Radja para que la NBA empezara a apreciar el talento forjado en Europa.

Aunque no se puede comparar con lo que significa ahora la dimensión deportiva y social de Pau Gasol, se puede decir que Fernando Martín fue, quizás a su pesar, el primer jugador de baloncesto "mediático", ya que en el contexto del boom del baloncesto de los 80 tenía todas las características para ser un personaje público; era jugador del Real Madrid y de la Selección, con un gran talento, con un físico impresionante, con relaciones sentimentales con actrices y modelos, con una fuerte personalidad y con una presencia y un carisma que le convertían en un líder natural.

En la pista transmitía el espíritu de lucha de un guerrero indomable y por su fortaleza y carácter mantuvo duelos épicos contra los pivots rivales. El más polémico fue el que acabó a puñetazos con Mike Davis y que supuso en la primera edición de la liga ACB la victoria del Real Madrid por incomparecencia al último partido del playoff del FC Barcelona, que consideró injusta la decisión del comité de competición, que sancionó a Davis con seis partidos de suspensión y a Martín con tres, pero que no sancionó a Iturriaga, que había originado la tangana soltando el codo tras un fuerte bloqueo del pivot del Barça. De cualquier forma, fueron los enfrentamientos con Audie Norris los que elevaron la temperatura y la calidad baloncestística de los Madrid-Barça de aquella época. En aquellos enfrentamientos había tanta rivalidad como respeto mutuo y ambos jugadores luchaban por conseguir la posición y cada balón de una manera tan intensa que casi eclipsaban lo que ocurría a su alrededor.

Otro de los enfrentamientos más memorables del 10 del Real Madrid y de la Selección fue el que mantuvo con el lituano Arvydas Sabonis, que jugaba entonces en el Zalgiris de Kaunas y con la Selección de la URSS. En esos duelos Martín suplía con carácter y velocidad la desventaja física con el pivot dominante de Europa. Casualmente "Sabas" siguió después un camino paralelo al de Fernando Martín y Drazen Petrovic al pasar del Real Madrid a los Portland Trail Blazers, pero antes llevó al club a proclamarse campeón de la máxima competición continental, el título que le faltó a Martín.

El trágico final en un accidente de coche hizo que se convirtiera en un mito comparable al de actores o estrellas del rock que vivieron deprisa y murieron jóvenes tras una carrera breve pero exitosa. El impacto de su muerte el 3 de diciembre del 89 fue brutal y trascendió mucho más allá de su familia, amigos, compañeros y aficionados.

Miguel Ángel Paniagua, amigo personal y representante, le recordaba en Gigantes con la siguiente afirmación: "Para los adolescentes y jóvenes que crecieron en los años 80, Fernando Martín era el baloncesto". No sé si es cierto para el resto, pero en mi caso particular esa afirmación se acerca mucho a la realidad. El hecho de compartir el mismo nombre y los mismos colores que uno de los mejores jugadores de mi deporte favorito facilitó que Fernando Martín fuera mi ídolo de juventud y su muerte supuso para mí un mazazo tremendo. Además de verle jugar por la tele y de presenciar en directo algún partido en Barcelona, en una ocasión me acerqué al hotel de concentración y quedé impactado por la sensación de majestuosidad que transmitía saliendo del hotel Calderón en dirección al autocar. Cuando me enteré de su muerte me invadió un sentimiento de irrealidad porque parecía mentira que quien para mí encarnaba el paradigma de la fortaleza pudiera morir tan pronto y de aquella manera. Después del shock, tuve una sensación de profunda tristeza y los memoriales que se hicieron coincidiendo con el tradicional Torneo de Navidad del Real Madrid me hicieron mantener la sensación cada vez que le entregaban un ramo de flores a su madre. Años después, cuando coincidí profesionalmente con su hermano Antonio le pedí al responsable de marketing del Real Madrid que me lo presentara, porque para mí era muy duro pensar en los recuerdos que podía suscitar al tener el mismo nombre de su difunto hermano.

Espero que los lectores disculpen mis anécdotas personales, pero no he podido evitar hacer mi pequeño homenaje particular a un jugador que para mí y para muchos aficionados es recordado simplemente con el sobrenombre de el mito.

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