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Carlos Rodríguez Braun

Milongas perfectas

Sólo es necesario mirar los dos sectores más afectados por la crisis: la construcción y las finanzas. ¿Cómo son esos denominados mercados? ¿Predominan en ellos la propiedad privada y los contratos voluntarios?

Claudi Pérez entrevistó en El País al Premio Nobel de Economía George Akerlof, que propone subir los impuestos, un poco tarde porque ya los han subido los gobiernos. Políticamente correcto, Akerlof aquí no tiene interés y se evapora recomendando un punto intermedio entre el mercado y el Estado. El interesante es don Claudi, que en páginas de información se refiere a "esa milonga de los mercados perfectos que se ha ido al traste con la crisis".

El supuesto de la competencia perfecta fue un artificio de los economistas neoclásicos cuyo previsible desenlace es una condena de la competencia, porque resulta del todo elemental demostrar que las condiciones enormemente restrictivas del modelo de equilibrio competitivo nunca se dan en la realidad. Pero también es evidente que la imperfección real de las personas en los mercados sólo sirve para criticar la teoría de la competencia perfecta, no para justificar, como a veces se hace, cualquier violación práctica de la libertad. Los economistas anteriores al neoclasicismo no habrían caído en esa trampa, como no cayeron tampoco después quienes, desde Buchanan y Coase hasta los austriacos, se mantuvieron a una higiénica distancia del mainstream neoclásico en micro y keynesiano en macro.

Pero no era necesario que el señor Martí supiera teoría económica y los avatares de sus maestros. Sólo era necesario que mirara, concretamente que mirara los dos sectores más afectados por la crisis: la construcción y las finanzas. ¿Cómo son esos denominados mercados? ¿Predominan en ellos la propiedad privada y los contratos voluntarios? Si don Octavi mira, lo que verá son híbridos de libertad y coacción, pero con elementos de coacción política y legislativa tan importantes que le llevarían a dudar de si se trata realmente de mercados, y a afirmar de modo taxativo que, en el caso de que lo que fueran, en modo alguno serían perfectos.

En Libre Mercado

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