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José Carlos Rodríguez

La red, campo de batalla

La idea no ha sido de Salgado (la ley ha salido de su Ministerio) ni de Sinde, sino de Zapatero. El corazón de la SGAE late en La Moncloa, y su pulsión de control de internet no se apagará jamás. La red, campo de batalla por la libertad.

El número de parados ha aumentado en más de 300.000 desde que Zapatero dijo que lo peor había pasado. ¿Qué se equivocó? Desde luego. Lo peor es él, y sigue en La Moncloa. Y como el hombre no descansa, ha presentado su enésimo conjunto de medidas económicas. Las ha envuelto en su discurso almibarado y les ha colgado uno de los pocos carteles con enganche que no había utilizado: Ley de Economía Sostenible. Este es un hombre de grandes miserias, puestas a la venta con grandes letreros. Alianza de Civilizaciones, Educación para la Ciudadanía, Ley de Economía Sostenible... ¿Qué será lo próximo? ¿Una Ley de Libertad Religiosa?

Doscientas páginas tiene el anteproyecto, y entre un par de recomendaciones a los bancos de que hagan su trabajo, la amenaza de cumplir a medias su programa de 2004 sobre los sueldos de los directivos y demás, se ha colado en el texto el espíritu de las navidades futuras, esas en las que la SGAE va cerrando páginas. ¡Toma ómnibus!

Usted siempre se ha preguntado para qué queremos un ministerio de Cultura. Además de para repartir dinero a una clase de artistas adocenados y pastueños, claro está. Pues para censurar. La ley prevé que un grupo de aleccionados cierre páginas web, y sin control judicial. La idea no ha sido de Salgado (la ley ha salido de su Ministerio) ni de Sinde, sino de Zapatero. El corazón de la SGAE late en La Moncloa, y su pulsión de control de internet no se apagará jamás. La red, campo de batalla por la libertad.

Un grupo de bloggers, sí, se ha reunido con la ministra y ha expresado ante el Gobierno el modo de pensar de centenares de miles, de millones de internautas. Es decir, de ciudadanos. Y por el momento, el Gobierno ha rectificado. Es más, la comisión censora, al parecer, se ha quedado sin atribuciones. ¿Dónde está el Estado, con su poder y su aureola de autoridad? Es una filfa moldeable por unas cuantas pantallas de ordenador. Pero reaparecerá.

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