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Carta blanca

Morales dedicó su triunfo, además de a su pueblo, a los gobiernos y pueblos antiimperialistas. Así se muestra el nuevo presidente electo que podrá gobernar con carta blanca y sin apenas sobresaltos hasta el 2015.

Evo Morales llamó traidores y vendepatrias a los diezmados opositores tras su contundente victoria electoral que le ratifica como primer mandatario de Bolivia. Su partido, el Movimiento Al Socialismo (MAS), tendrá el control mayoritario del agónico Congreso Nacional que desde el 6 de enero será la Asamblea Legislativa Plurinacional. El líder cocalero se enfrentó a una fragmentada oposición que siguió el camino de no querer entender la necesidad de unidad como ocurre tantas veces. Morales dedicó su triunfo, además de a su pueblo, a los gobiernos y pueblos antiimperialistas. Así se muestra el nuevo presidente electo que podrá gobernar con carta blanca y sin apenas sobresaltos hasta el 2015.

Con un discurso nacionalista, Morales enfocó los esfuerzos de sus primeros años de presidencia en dotar al país de una Constitución de corte indigenista que discrimina a los que no son indios, y nacionalizar los hidrocarburos. Ambas medidas potenciaron las ya difíciles relaciones entre regiones, entre ricos y pobres, y entre etnias del país. Un primer mandato de Evo Morales que Hugo Chávez se propuso atraer a su causa utilizando un ambicioso plan asistencialista que abarcaba desde acuerdos energéticos hasta envío de médicos y maestros, y presencia militar, todo regado con un buen puñado de petrodólares venezolanos. Una ayuda que muchos denunciaron como no transparente. No es de extrañar que el presidente venezolano se alegrara del resultado electoral con un "ganamos en Bolivia".

Evo se apoyó no sólo en los petrodólares, también en los altos precios de las materias primas –Bolivia posea enormes reservas de gas además de otros minerales– que sin embargo han empezado a caer. Y a pesar de la bonanza de los últimos años se ha registrado un aumento del desempleo, un descenso de la inversión extranjera directa y una caída de las exportaciones, además de una creciente producción de coca –sector del cual Evo sigue siendo el dirigente– y cuyo cultivo no todos asocian a su uso cultural como insisten en reivindicar desde La Paz.

Los altos niveles de pobreza de los bolivianos requieren urgentemente instituciones sólidas y transparentes que puedan facilitar su necesario desarrollo económico. El MAS tiene ahora vía libre para aprobar cuanta ley se someta a la consideración de la Asamblea Plurinacional y todo apunta a que profundizará el modelo que empezó a construir Evo Morales en 2006. Un proceso que, tras las elecciones, Evo ha prometido acelerar. Parece que el soberbio líder cocalero no incurrirá en la profundización democrática sino que caerá de nuevo en la tentación autoritaria.

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