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Victoria Llopis

Pisoteando a Hipócrates

¿Se imaginan al estudiante de 5º de Medicina, que para aprobar Ginecología ahora tendrá que matar a algún bebé para demostrar que ha adquirido las destrezas necesaria para que Su Majestad el Rey le otorgue el título de Medicina?

Las noticias que informaban sobre los pactos a los que había llegado el PSOE con la izquierda radical sobre la futura ley del aborto, que van han llevado hoy a la Comisión de Igualdad y la semana que viene llevarán al Pleno del Congreso de los Diputados, dejaron perplejo a más de uno. Si no quieres caldo, toma dos tazas.

Si el proyecto previo ya era en la práctica la consagración del aborto libre, y encima considerándolo como un "derecho" de la madre a matar a su hijo si no le viene bien que éste venga al mundo –¿acaso es otra cosa de lo que hablamos?–, ayer completaron el círculo añadiendo elementos para evitar aún más posibles impedimentos, como por ejemplo, el detalle de eliminar el segundo de los dos informes facultativos preceptivos en el supuesto de abortos entre las semanas 14 y 22. Como dijo Tardá, "con un especialista vale, no necesita otro de vigilante". Con un par.

O el insistir en que haya "listas negras" de médicos objetores; amenazando con las lentejas, será más fácil. Así, decidieron que la objeción deberá hacerse por escrito y de manera individual para evitar las "objeciones colectivas" de todo un hospital y para asegurarse la práctica de abortos en los centros públicos. No sé si estos diputados han leído el artículo 16.2 de la aún vigente Constitución Española que dice "nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias". Pero da igual: Zapatero nunca deroga los derechos constitucionales, faltaría más; se limita a vaciarlos de contenido por la vía de los reglamentos. Ya encontrarán el modo para retorcer el lenguaje de modo que "no ser obligado a declarar sobre sus creencias" signifique "poder ser obligado a declarar si es o no objetor a realizar abortos en el desempeño de su trabajo".

Lo que me extraña es este empeño por conseguir que los médicos que actualmente trabajan en la sanidad pública, mayoritariamente objetores, se avengan por las buenas o por las malas a practicar los abortos. Los empresarios de las trituradoras no parecen precisamente favorecidos. ¿Les quitan el negocio? Seguro que algo se nos escapa.

Pero lo que más me ha conmocionado es la propuesta de que a partir de ahora, su "salud sexual y reproductiva", o sea, su proyecto de extensión del aborto, tenga carácter curricular en todos los niveles de la enseñanza, desde educación infantil hasta la universidad. Lo de forzar la enseñanza de su perspectiva de género incluyendo expresamente adoctrinamiento escolar a favor del nuevo "derecho al aborto" ya lo veíamos venir y estaba descontado, porque la resistencia a Educación para la Ciudadanía lo estaba entorpeciendo y hacía falta imponer unas enseñanzas separadas, pero la propuesta de que se incluya "la investigación y la formación en la práctica clínica de la interrupción voluntaria del embarazo que hoy está excluida de las carreras sanitarias" es más de lo que podíamos imaginar. A día de hoy, los estudiantes de las carreras de Medicina y otras disciplinas relacionadas con la salud lógicamente no cursan en ninguna asignatura el modo de practicar un aborto; el aborto se estudia en la vertiente que aquí estamos considerando en Medicina Legal, por razones obvias. Pero en Ginecología y Obstetricia, justamente las enseñanzas están encaminadas a proteger y cuidar la nueva vida gestante, lo mismo que en Neonatología lo que te enseñan es a sacar adelante a grandes prematuros.

Ahora estamos hablando de otra cosa: de la inclusión obligatoria de práctica abortiva en los estudios de Medicina y Enfermería. ¿Se imaginan al estudiante de 5º de Medicina, que para aprobar Ginecología ahora tendrá que matar a algún bebé para demostrar que ha adquirido las destrezas necesaria para que Su Majestad el Rey le otorgue el título de Medicina? Llamazares ha llamado a esto "un avance".

Desde que Zapatero accedió al poder dispuesto a imponer a sangre y fuego su proyecto de reingeniería social a la medida de sus prejuicios sectarios, hemos ido dejando que se cruzaran muchas líneas rojas, y la tensión de la cuerda ya era insoportable para una gran parte de la sociedad, asqueada por esta orgía de sangre y muerte, pero introducir como estudios obligatorios en las carreras de Medicina y Enfermería la práctica del aborto es la última línea que nos quedaba por rebasar.

¿Oiremos la voz de la Organización Médica Colegial diciendo "No"? Bastaría con que miraran en los Códigos Deontológico que han guiado el actuar de los médicos desde los tiempos de Hipócrates, quien decía en su famoso Juramento: "No daré una medicina mortal a nadie que la pida, ni haré sugerencias a este respecto. De modo similar, no daré a ninguna mujer un remedio abortivo". Pero por si el padre de la Medicina les parece anticuado, les refrescamos la memoria con otros más actuales, como la Declaración de Ginebra, adoptada por la Asociación Médica Mundial en 1948 y revisada en 1968: "La salud de los pacientes será mi primer objetivo; mantendré el máximo respeto por la vida humana desde el momento de la concepción; incluso bajo amenaza, no usaré mis conocimientos médicos en contra de las leyes de humanidad". "El médico siempre debe tener en mente la importancia que posee preservar la vida humana desde la concepción. El aborto terapéutico sólo debe realizarse si lo permiten la conciencia del médico y las leyes nacionales".

Pero ya más en casa, que yo sepa está vigente el Código de Ética y Deontología Médica adoptado por la Organización Médica Colegial de España en 1999, que tiene unos artículos muy claros:

Artículo 4: La profesión médica está al servicio del hombre y de la sociedad. En consecuencia, respetar la vida humana, la dignidad de la persona y el cuidado de la salud del individuo y de la comunidad, son los deberes primordiales del médico.

Artículo 3: Si el paciente exigiera del médico un procedimiento que éste, por razones científicas o éticas, juzga inadecuado o inaceptable, el médico, tras informarle debidamente, queda dispensado de actuar.

Artículo 23: El médico es un servidor de la vida humana. No obstante, cuando la conducta del médico respecto al aborto se lleve a cabo en los supuestos legalmente despenalizados, no será sancionada estatutariamente. 

Artículo 24: Al ser humano embriofetal enfermo se le debe tratar de acuerdo con las mismas directrices éticas.

Artículo 26: El médico tiene el derecho a negarse por razones de conciencia a aconsejar alguno de los métodos de regulación y de asistencia a la reproducción, a practicar la esterilización o a interrumpir un embarazo.

Artículo 36: La Organización Médica Colegial ha de esforzarse por conseguir que las normas de este Código sean respetadas y protegidas por la ley. La Organización Médica Colegial defenderá a los colegiados que se vean perjudicados por causa del cumplimiento de las normas de este Código.

Como decían en aquel anuncio sobre drogas, "Simplemente, di ¡no!". Nos jugamos en este despropósito ya demasiado. Señores de la OMC: quien tenga autoridad para hablar debe hacerlo ya.

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