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Cristina Losada

Zorros con piel de pacifista

Si los socialistas forofos de Obama se han abstenido de pronunciarse, la prensa dizque progresista se las ha visto y deseado para digerir el discurso.

Cuatro días de espera llevo y el que espera, desespera. Un silencio sepulcral ha recibido del Gobierno español el discurso de Obama en Oslo. Insólita la callada de unos fans que vibran con las melodías del presidente norteamericano y las corean como si fueran suyas. Y que anunciaron la llegada de una nueva era gracias a la conjunción de dos estrellas gemelas, unidas por sus ansias de paz infinitas. Pues no han dicho ni mu los botafumeiros locales de Barack. Nada, no comment, tras una pieza oratoria en la que el Nobel de la Paz, para empezar a hablar, se presentó como comandante en jefe del ejército de un país implicado en dos guerras. En una de ellas pone España su granito de arena, pero ¡chitón!, digo, ¡Chacón!

Desusado el silencio, lógico el desconcierto. Lejos de proclamar que retirará las tropas de todas partes y que nunca, jamás, ha de involucrarse en guerras, Obama dejó sentado –y a muchos, pasmados– que hay ocasiones en las que el uso de la fuerza es necesario y está moralmente justificado. Resulta que su aprecio por Gandhi no impide al inquilino de la Casa Blanca afrontar el mundo tal como es, por lo que se reservó el derecho de actuar, unilateralmente si fuera preciso, para defender a su país. Un movimiento no violento, recordó, no habría podido detener a los ejércitos de Hitler. Aún más, apuntaría el dato, ignoto para nuestros gobernantes, de que el mal existe en el mundo sin ninguna duda. El mal, que no el mar de injusticia universal, ese océano, que según predica Zapatero, es la causa de toda violencia.

Si los socialistas forofos de Obama se han abstenido de pronunciarse, la prensa dizque progresista se las ha visto y deseado para digerir el discurso. Unos advertían que el superpresidente se vio obligado y hasta insinuaban que forzado por los generales... ¿a punta de pistola? Otros se aferraban a una mención del concepto de "guerra justa" para asegurar que esa era su doctrina, que reputaban opuesta a la de Bush y sus neocon malignos. Pero si hay una doctrina contraria a la que Obama expuso en Oslo es la del zapaterismo, sintetizada por el ex ministro de Defensa en la fórmula "antes morir que matar", siempre que mueran otros, claro. Aquí lo que hay son muchos zorros con piel de pacifista. Ya escribió Orwell en 1942 que la propaganda por la paz era tan deshonesta e intelectualmente repugnante como la propaganda belicista.

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