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EDITORIAL

Una mediación que no puede tener contraprestaciones

No habría mayor traición a la propia Haidar y a la causa que defiende que un texto que se quedara en papel mojado u ocultara alguna contraprestación a la que no tiene derecho el liberticida y expansionista régimen marroquí.

El PSOE y todos los grupos minoritarios han aprobado, con la abstención del PP, un texto común sobre el "caso Haidar" que incluye elevar las gestiones diplomáticas ante Marruecos "al máximo nivel" y que completa la mención al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui con la inclusión de una cita al referéndum que se pactó en el marco de Naciones Unidas.

Aunque el texto sólo habla expresamente de la mediación del secretario general de Naciones Unidas, de su enviado personal para el Sahara Occidental (Christopher Ross) y de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos (Nevy Pillay), esta iniciativa podría permitir también, tal y como han señalado algunos de sus firmantes, la intervención del Rey en este asunto, rechazada hasta ahora por el Gobierno de Zapatero.

Recordemos que hace unos días, con ocasión de una solicitud en este mismo sentido hecha por Izquierda Unida, la Casa Real ya había manifestado su disposición favorable, si bien advertía que el Ejecutivo consideraba que "no es el momento oportuno". La mediación de Don Juan Carlos había sido solicitada también por el entorno de la propia Haidar y por el Frente Polisario.

Dada la incompetencia del Ejecutivo para solucionar el asunto, y dada también la mentalidad medieval de un monarca absolutista como Mohamed VI, que sólo trata de igual a igual al Rey de España, la petición de mediación a Don Juan Carlos sería plausible siempre y cuando no exonere de responsabilidad al Gobierno de Zapatero y, sobre todo, no tenga por objetivo más que el final de la conculcación de derechos humanos que está padeciendo y denunciando la activista saharaui por parte de Rabat.

Celebramos, en este sentido, que el texto consensuado no se limite al retorno incondicional de Haidar sino que haga mención expresa a las obligaciones internacionales de Marruecos en el territorio del Sahara Occidental, requiriendo, además del referéndum, la ampliación del mandato de la MINURSO para incluir la observación de los Derechos Humanos.

Y es que no habría mayor traición a la propia Haidar y a la causa que defiende que que este texto quedara en papel mojado u ocultara alguna contraprestación a la que no tiene derecho el liberticida y expansionista régimen marroquí. La afirmación, en este sentido, de la diputada socialista, Elena Valenciano, de que el asunto de Haidar "no es una cuestión bilateral entre España y Marruecos. No podemos darle lo que no tenemos ni devolverle lo que no le quitamos", es sólo una verdad a medias. Es cierta, en cuanto que es el Gobierno de Marruecos –y sólo él– quien tiene que ceder sin contraprestación alguna. Pero no es menos cierto que el Ejecutivo español, con sus errores en este asunto, se ha hecho cómplice de la situación y que, por contentar a Marruecos, ha venido abdicando de las responsabilidades que internacionalmente se le reconocen a España en relación con su antigua colonia.

Esperemos que la mediación de Don Juan Carlos –si es que el Gobierno de Zapatero realmente accede– sirva para que Marruecos deje de cercenar en la persona de Haidar un derecho reconocido en el Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas como es el de que "nadie puede ser arbitrariamente privado del derecho a entrar en su propio país". Cosa bien distinta es que el Rey pueda devolver a los saharauis la esperanza hacia España que le han quitado los sucesivos gobiernos españoles, en general, y el de Zapatero, muy en particular.

En España

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