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Cristina Losada

El PP contra la sociedad civil

Si linda con el fanatismo reclamar que los padres elijan el idioma de todas las asignaturas troncales, explique Feijóo por qué se comprometió a ello. O confiese el Feijóo presidente que el Feijóo preelectoral incurrió en nefasto extremismo.

Núñez Feijóo ha venido a tildar de "extremistas" a todos los que critican su borrador de decreto lingüístico. Así, de un plumazo, mete en el mismo fétido saco a quienes quieren desterrar el idioma español y a quienes no desean excluir a ninguna de las lenguas cooficiales. El juego, siempre sucio, se llama equidistancia. O también: ni con unos ni con otros. Es una geometría tosca para intentar colocarse en ese centro tan codiciado como misterioso. El artificio requiere convertir dos posiciones de naturaleza distinta –una respetuosa con el bilingüismo, otra contraria a él– en polos similares pero opuestos, para después ubicarse, con gran superioridad moral, en el justo medio.

Gloria Lago, presidenta de Galicia Bilingüe, ha denunciado la maniobra de Feijóo para equipararlos con los partidarios de erradicar la lengua común. La Xunta, alerta Lago, ha puesto en marcha la maquinaria para "machacar" a su asociación, que rechaza el decreto propuesto por incumplir las promesas del ahora equidistante. Y ahí llega la parte ridícula. Si linda con el fanatismo reclamar que los padres elijan el idioma de todas las asignaturas troncales, explique Feijóo por qué se comprometió a ello. O confiese el Feijóo presidente que el Feijóo preelectoral incurrió en nefasto extremismo. Confesión pública que también deberían realizar su mano derecha, Alfonso Rueda, y Ana Pastor. Pues ambos acudieron a la manifestación de Galicia Bilingüe que pedía lo antedicho y Pastor concitaba aplausos en los mítines cuando elogiaba a la asociación.

Cuánta miseria. Los partidos políticos establecidos sólo conciben un tipo de relación con la sociedad civil organizada: la dependencia. Unos la infiltran, la fagocitan, la manipulan y, si es preciso, la fabrican. Es el estilo del PSOE. El Partido Popular no se inmiscuye, pero la vigila con suspicacia, recelo y mucho miedo. Teme más a los grupos independientes que a los tinglados del nacionalismo y la izquierda. Si logran respaldo social, los apoya de aquella manera, pero si no se subordinan, si osan discrepar, suelta los perros. Y ése es el tenor de la fazaña que Feijóo y los suyos preparan contra uno de los escasos productos genuinos de la sociedad civil gallega. Vaya tropa.

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