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Fundación Heritage

La prueba norteamericana en Haití

En esta enorme tragedia humana, el sentido de humanidad debe prevalecer, pero los Castros y los Chávez del mundo no juegan limpio. No se extrañe de que los propagandistas de La Habana y Caracas desacrediten la iniciativa norteamericana.

Sin duda, el terremoto del pasado martes que devastó Puerto Príncipe, la capital de Haití, está al nivel de otros grandes desastres como el terremoto de Managua en 1972 y el huracán Mitch en 1998; duras lecciones de humildad así como recordatorios de que la frágil labor humana puede verse fácilmente destruida por el poder de la naturaleza.

Lamentablemente, esta reciente tragedia ha golpeado a la nación más pobre del hemisferio occidental, una nación con construcciones de baja calidad y prácticamente sin hospitales ni servicios de emergencia, factores que se traducirán en más víctimas mortales.Las deterioradas agencias del Estado, a menudo tan corruptas, no podrán hacerle frente a la magnitud del desastre.

Muchos haitianos necesitarán ayuda masiva del exterior apenas para sobrevivir. Y el modesto progreso económico logrado por Haití estos últimos años se ha evaporado en un instante.

Todo lo cual exige una respuesta valiente, integrada y compasiva por parte de la Casa Blanca. El presidente Obama, con gran apoyo bipartito y con el respaldo generoso del pueblo norteamericano, debe poner a Estados Unidos a la cabeza del frente de operaciones de ayuda y auxilio. 

El ex presidente Bill Clinton, enviado especial de la ONU para Haití, es la opción lógica para encabezar las iniciativas de Estados Unidos; él ya está coordinando las respuestas internacionales con la ONU. Pero Obama debe también ponerse en contacto con algún republicano de alto nivel, quizá el ex presidente George W. Bush, para que esta iniciativa tenga un aire claramente bipartito.

Afortunadamente, Obama también puede recurrir al Departamento de Defensa y al comando SouthCom en Miami que se ha estado preparando para este tipo de contingencias. 

Las organizaciones benéficas, los grupos no gubernamentales y religiosos, a pesar de estar tan cortos de dinero en estos momentos, también se están movilizando para brindar su ayuda en la mejor tradición norteamericana.

Se debe desplegar con gran rapidez suficientes tropas americanas y fuerzas civiles para ayudar a que los haitianos restauren el orden en Puerto Príncipe y sus alrededores. Esta respuesta deberá incluir equipo pesado para despejar los escombros y suministrar comida y medicina de emergencia todo el tiempo que sea necesario. Y Washington también debe insistir para que el Gobierno de Haití evite que la corrupción infecte el flujo de ayuda humanitaria entrando en el país.

Es frustrante pero habrá que renovar esfuerzos para facilitar mayores oportunidades económicas a los haitianos y que así logren crear trabajo y se recuperen de esta catástrofe. Como medida efectiva, el Congreso debería ampliar inmediatamente las preferencias comerciales entre Estados Unidos y Haití.

La Oportunidad Hemisférica Haitiana de 2006 a través de la Ley Partnership Encouragement y haber extendido HOPE II en 2008 fueron iniciativas que ayudaron a crear trabajo y a estimular las exportaciones e inversiones en el sector textil a través del acceso libre de aranceles al mercado norteamericano. Este sector representa casi dos tercios de las exportaciones haitianas y casi la décima parte del PIB de Haití. Ahora Estados Unidos debería extender esas preferencias comerciales a otros productos haitianos de importación. 

Sin duda alguna, la extensa colonia haitiana en Estados Unidos será un factor muy importante en la recuperación de Haití tanto a través de sus remesas regulares de dinero como quizá por las decisiones que tomen algunos haitano-americanos regresando y ayudando en la reconstrucción. Hará falta movilizar toda su buena voluntad.  

Tarde o temprano, el personal médico de Cuba así como los equipos de asistencia y el dinero que Venezuela aporte, provocarán tensiones y competirán por el reconocimiento y la atención de los medios de comunicación. En esta enorme tragedia humana, el sentido de humanidad debe prevalecer, pero los Castros y los Chávez del mundo no juegan limpio. No se extrañe de que los propagandistas de La Habana y Caracas desacrediten la iniciativa norteamericana.

Naciones más amistosas como Brasil, Francia y Canadá han invertido muchísimo en operaciones de paz y hará falta que se unan a la coalición para reconstruir Haití; Estados Unidos puede trabajar con estos países para fortalecer la coordinación de los esfuerzos y la cooperación. 

En los días siguientes, la atención de los medios se centrará firmemente en historias de pérdida, sufrimiento y desesperación. Pero la verdadera historia, aún por escribirse, será conseguir que se aplique la capacidad, la generosidad y el saber hacer de Estados Unidos en esta terrible tragedia.

Habrá que hacer todo lo posible para que el liderazgo de Estados Unidos pase esta prueba de fuego, ya que a la postre será en beneficio del atribulado pueblo de Haití.
 

©2010 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

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