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Cristina Losada

Todos somos hermanos

Cómo es y cómo debería ser una política de inmigración, pasa a segundo plano. La prioridad socialista es fabricar un universo maniqueo, único entorno en el que respira a sus anchas y puede superar el vértigo de sus contradicciones.

Aseguran, desde hace días, que hay un debate sobre la inmigración espoleado por la propuesta (ilegal) del Ayuntamiento de Vic de no empadronar a los ilegales. ¡Ojalá lo hubiera! Asistimos, en realidad, a un espectáculo harto frecuente, diría que permanente, en nuestro teatro político. La troupe socialista ha decidido encarnar al buen samaritano que se guía, día y noche, por la biblia de los derechos humanos. Como sentenció Zapatero, gran maestro de obviedades, los inmigrantes son seres humanos, luego tienen derechos humanos. Menos mal que no salió una Aído a matizar que son, con seguridad, seres vivos. Y lástima que el PSC de Vic desconociera su papel en la comedia y respaldara sin fisuras la idea de retirar el derecho humano a empadronarse, hasta que recibió órdenes de arriba.

El personaje humanitario que el PSOE representa ante sus huestes y los inmigrantes que votan nace para la escena con el designio de crear su opuesto: la derecha "más dura" de Europa, en palabras del portavoz Alonso. Traducidas al román paladino, la derecha "racista y xenófoba". Cómo es y cómo debería ser una política de inmigración, pasa así a segundo plano. La prioridad socialista es fabricar un universo maniqueo, único entorno en el que respira a sus anchas y puede superar el vértigo de sus contradicciones. El Gobierno mutó del "papeles para todos" a los cupos para la detención de ilegales. Y Zapatero se jactaba, días atrás de que había expulsado a "la inmensa mayoría" de los sin papeles. Pero, ¿hay que echarlos o hay que acogerlos? Mientras se aclaran, póngase ZP de acuerdo con su ministro del Interior. Quiere "darles una educación" a los hijos de inmigrantes que, según su jefe, ya han sido repatriados.

Por la cuenta que les trae, que es la de resultados, no despejarán los socialistas las incógnitas. La ambigüedad es condición necesaria para hacer verosímil la retórica sentimental de "todos somos hermanos" que gastan con tenaz hipocresía. Si un ilegal usa la escuela, la sanidad y otros servicios, denle los papeles y basta. Pero no lo hacen. Aunque falta, para completar el esperpento, la figura de la otra parte contratante. Pues no se le ocurre al PP eslogan más ofensivo y falaz que el de "aquí no cabemos todos", que no se inventó Sánchez Camacho, sino Rajoy en la campaña de las generales. ¿O lo dijo pensando en otra cosa?

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