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Emilio Campmany

La insostenible levedad de Rajoy

Aznar expresa ideas y Rajoy, cuando le preguntan, se esfuerza por no hacerlo para no enemistarse con nadie, por improbable votante suyo que sea.

Muchos son los votantes del PP que critican a quienes hacen lo propio con Rajoy y su equipo. Sus argumentos parecen incontestables. Es posible que Rajoy sea un problema en el sentido de no ser el hombre indicado para dirigir a España conforme a los ideales de la derecha. Pero de lo que se trata no es de elegir líder de la derecha, que es cosa que no está al alcance de los militantes por falta de democracia interna en el PP. De lo que se trata es de si a partir de 2012 seguirá o no siendo presidente del Gobierno el actual titular. Los que no lo deseen sólo disponen de una alternativa y esa alternativa se llama Rajoy, por alicaídos que sean los entusiasmos que el personaje despierta. Criticar a Rajoy y a su equipo por parte de quienes desean librarse de Zapatero es un error, pues Rajoy es el único que en la práctica puede librarnos del hijo del viento.

Este planteamiento es erróneo. Aunque en muchas ocasiones lo parezca, Zapatero no es malo por sí mismo, sólo es malo por lo que hace. Si hiciera cosas distintas podría no ser tan malo. Que deje de ser presidente de Gobierno no es algo intrínsecamente positivo. Sólo lo será en la medida en que quien le sustituya haga cosas mejores de las que está haciendo Zapatero. Si el que venga ha de hacer lo mismo o peor, que por difícil que sea no deja de ser posible, carece de sentido desear que el actual presidente deje de serlo.

Todos aquellos que creen que Rajoy es la única alternativa razonable a Zapatero deberían reflexionar acerca de lo ocurrido con la entrevista que en Televisión Española le han hecho a Aznar. El ex-presidente no ha contestado a ninguna pregunta de una forma que no fuera perfectamente previsible para los que han seguido su trayectoria política. Y, sin embargo, sus declaraciones, las de una persona que no tendrá ya la oportunidad de volver a dirigir nuestro país, ni de influir en quienes lo hagan, han acaparado muchos más titulares que las de Rajoy a cuenta de inmigrantes y nucleares, los temas que consumen los debates en los medios estos días. ¿Por qué? Por una sencilla razón: Aznar expresa ideas y Rajoy, cuando le preguntan, se esfuerza por no hacerlo para no enemistarse con nadie, por improbable votante suyo que sea. Aznar tiene una idea clara, equivocada o no, eso es otra cosa, de cuál debería ser la política española respecto de la energía nuclear o de cualquier otra cosa y Rajoy, la tenga o no la tenga, se niega a expresarla.

Mañana Aznar volverá a su FAES, a sus viajes y a sus conferencias en inglés y Rajoy podrá volver a ocupar la primera plana de los periódicos y los primeros minutos de los telediarios, pero eso no evitará que el primero siga diciendo cosas, cuando le acerquen los micrófonos, y que el otro siga sin decirlas por mucho que siempre tenga uno delante.

Lo inadecuado de Rajoy como líder de la derecha española es algo tan obvio que el otrora Pepiño y hoy don José Blanco, en una entrevista concedida a El Mundo, ha dicho: "Deseo que Rajoy sea el candidato en 2012; en eso estoy de acuerdo con el PP". ¿Por qué será?

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