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EDITORIAL

La indefendible posición de la baronesa Cospedal

Si España necesita un almacén residuos, tan buena es a priori la candidatura de Yebra como la de cualquier otro municipio español. Otra cosa es que Cospedal quiera llegar al Gobierno de Castilla-La Mancha a lomos de la demagogia antinuclear y antinacional

Hasta la presente legislatura, uno de los rasgos que más claramente diferenciaban al PP del PSOE era que el primero poseía un discurso y un proyecto nacional que compartían todos sus cargos electos y el segundo era una amalgama de Taifas con sus propios intereses y agendas, a menudo contradictorios y antagónicos entre sí. En otras palabras, el primero pensaba España y el segundo huía de España.

Cuando decíamos que el PP era el único partido nacional que quedaba en nuestro país simplemente resaltábamos una realidad palmaria: dentro del PSOE cada caudillo regional diseñaba su propio discurso político, autónomo del resto de las Administraciones Públicas y muy a menudo espoleado por una demagogia nacionalista que veía al resto de sus conciudadanos como enemigos extranjeros.

Célebre fue el caso del Plan Hidrológico Nacional, donde las federaciones socialistas de Aragón y Cataluña azuzaron el odio contra los invasores españoles que venían a robar el agua de su río, mientras en Valencia, Murcia o Almería los socialistas trataban de calmar a sus bases fingiendo que contaban con el respaldo de Zapatero y que el agua finalmente llegaría.

El PP, en cambio, optó por mantener el mismo discurso en Murcia, Valencia, Aragón y Cataluña: el agua no pertenece a los territorios, sino al conjunto de los españoles, de modo que es lógico que se redistribuya desde las cuencas excedentarias a las deficitarias.

En parte esta decisión le costó al PP el Gobierno de Aragón, gracias a la bien articulada demagogia socialista. Pero se sacrificaron unos altos cargos en aras de vertebrar un discurso nacional.

Mucho ha cambiado el nuevo PP de Rajoy, el del "liberalismo simpático" que ni es liberalismo ni simpático, con respecto al anterior PP de Aznar, el de un liberalismo pragmático que favoreció la modernización de España, pero sin duda uno de los cambios más destacados se ha dado en la desmembración de la unidad del partido derivada de la renuncia a mantener un único discurso nacional.

En parte, esta desaparición de la idea de España del ideario popular se ha debido a una necesidad preventiva de llegar a pactos con aquellos que quieren acabar con España; una táctica que parece estar ya dando sus primeros frutos. Sin embargo, semejante irresponsabilidad es sólo una porción de la explicación; la otra tiene nombre y apellidos: María Dolores de Cospedal.

Cada vez resulta más evidente que nunca debería haberse colocado al frente de la Secretaría General nacional del PP a la presidenta de una sede regional del partido. La persona encargada de articular el discurso nacional de la formación no puede ser la misma que tiene intereses electorales directos en una de las regiones que conforman España, en este caso Castilla-La Mancha. En esas circunstancias, la tendencia natural será que los intereses nacionales desaparezcan de facto al quedar subordinados a los regionales.

Durante las últimas semanas hemos tenido abundantes ejemplos de cómo el nuevo PP parece ser el resultado de zurcir los harapos de los de las reivindicaciones autonómicas desde la perspectiva de la dirección popular castellano manchega. Así, el PP ha pasado a ver con buenos ojos el blindaje del Tajo –lo que supone el punto final al trasvase Tajo-Segura– y a proponer la sanción a los ediles de la localidad de Yebra por, supuestamente, perjudicar las expectativas electorales de Cospedal al prestar un encomiable servicio al conjunto de los españoles.

Si el nuevo PP sigue considerándose un partido relativamente favorable a la energía nuclear y si entiende, por boca de Rajoy, que el Almacén Temporal Centralizado de residuos nucleares "a algún sitio tiene que ir", resulta incomprensible que Cospedal utilice la Secretaría General nacional del PP para también blindar a Castilla-La Mancha de la supuesta deshonra de ser la sede del mismo. Si España necesita un Almacén Temporal Centralizado de residuos –y a tenor del coste de no tenerlo, parece que así es–, tan buena es a priori la candidatura de Yebra como la de cualquier otro municipio español. Otra cosa es que Cospedal quiera llegar al Gobierno de Castilla-La Mancha a lomos de la demagogia antinuclear y antinacional que creíamos que era patrimonio exclusivo de la izquierda.

A la vista del desaguisado, o Cospedal deja de ser presidenta y candidata del PP de Castilla-La Mancha o abandona la Secretaría General nacional del PP. Lo que es insostenible es tener a una baronesa regional a las riendas de la dirección nacional.

En España

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