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José Piñera

Una gran oportunidad para hacer las reformas que necesita Europa

Los problemas actuales de Grecia son sólo un aperitivo de aquellos que enfrentarán España, Portugal, Italia y, aunque parezca una herejía, algún día también Francia.

Quizá el más clave de los cuatro "criterios de Maastricht" es aquel que obliga a los países que quieren acceder al euro a no superar un cociente deuda pública en relación al PIB del 60%. Sin embargo, en todo esto ha habido un gran engaño. Pues los Estados no sólo tienen una sustancial deuda pública "documentada" por los bonos soberanos, a la que alude ese criterio, sino también inmensas deudas con los ciudadanos derivadas de las promesas consagradas en las leyes que han ido creando en cada país los politizados y desfinanciados sistemas de pensiones bismarckianos. Y de ellas no se dice una palabra en los tratados que sustentan la construcción europea.

Como era previsible, el valor presente de las contribuciones impuestas a trabajadores y empleadores ha terminado siendo muy inferior al valor presente de los beneficios prometidos por los políticos para ganar elecciones. En la mayoría de los países de la eurozona, estas deudas derivadas de las pensiones superan varias veces la deuda pública oficial, y en algunos casos llegan hasta 300% del PIB.

En mi ensayo del 2004 ¿Hundirá el euro la bomba de las pensiones? (Will the Pension time bomb sink the euro?), concluí que Europa terminaría enfrentando una encrucijada vital: abandonar la moneda común o abandonar el paradigma bismarckiano. Pues resulta que el ADN del sistema de reparto permite la manipulación política de las pensiones, lo que exacerbado por la caída de las tasas de fertilidad y el incremento en las expectativas de vida, conduce al déficit fiscal, la deuda creciente, la insolvencia de los Estados y el posible fracaso del proyecto de la eurozona.

Los problemas actuales de Grecia son sólo un aperitivo de aquellos que enfrentarán España, Portugal, Italia y, aunque parezca una herejía, algún día también Francia. El respaldo financiero que, tarde o temprano, le dará la Unión Europea a Grecia debe ir condicionado de manera estricta a un plan de verdaderas reformas estructurales, y entre ellas quizá la más importante es reemplazar el sistema de pensiones de beneficio-definido por uno de contribuciones-definidas. Eso sentaría un precedente de gran utilidad para toda Europa y sería premiado de inmediato por los mercados de capitales que sustentan la globalización.

En este momento Europa necesita desesperadamente Políticos (con "P" mayúscula) que se atrevan a decirles una gran verdad, aunque ella duela, a sus electores: que los Estados, como las familias, no pueden vivir para siempre gastando más allá de sus ingresos. Aunque, como dijera Orwell, "en tiempos de engaño, decir la verdad es un acto revolucionario".

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