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Amando de Miguel

Política y más que palabras

Lo mejor sería la jubilación optativa a partir de los 65 años. Todo ello según fuera el trabajo y las condiciones físicas y mentales del trabajador. Pero la jubilación forzosa (y no digamos por debajo de los 65 años) me parece una indignidad.

Antonio Asenjo Moro se refiere al "síndrome de la rana cocida", de Marty Rubin, para explicar las reacciones frente al cambio político. Si una rana es arrojada a una cazuela de agua hirviendo, salta y se sale del peligro. Pero si una rana cae en una olla puesta al fuego, pero con el agua todavía fría, su reacción es la de no moverse. Cuando el agua se pone tibia, la rana se siente aún más confortable. Sube la temperatura y la rana no hace nada hasta que perece literalmente cocida. Eso es lo que pasa con la degradación paulatina y progresiva de la vida pública. Dado que el cambio es lento y progresivo, la reacción es la inacción. Simplemente el deterioro lento no lo notamos hasta que perecemos. Muy bien visto. Aplíquese el cuento a la actual política española.

Eduardo Fungairiño señala que, en el caso de Afganistán, la política española consiste en enviar distintas unidades militares de forma rotatoria. Por ejemplo, ahora están las tropas de montaña. Me parece muy acertada la idea, pues en España hay una gran tradición en los regimientos de cazadores de montaña. (No sé por qué eliminar lo de "cazadores"; yo hice la mili en uno de esos regimientos). Me queda la duda de si esas tropas especializadas han ido a Afganistán con dotación tradicional de mulos. A mi modo de ver, son el indispensable apoyo para las unidades guerrilleras de montaña.

Continúa la polémica sobre las prejubilaciones de los médicos entre dos insignes galenos. Pero Manuel Araúz Cimarra sostiene que estuvo hasta los 65 años en plenas condiciones para operar en un quirófano. José María Navia Osorio arguye que una cosa es dar clases y otra ejercer en un hospital. A los 70 años puede uno seguir dando clases, pero no puede hacer guardias en un hospital o meterse en un quirófano. Mi opinión es que lo mejor sería la jubilación optativa a partir de los 65 años. Todo ello, naturalmente, según fuera el trabajo y las condiciones físicas y mentales del trabajador. Pero la jubilación forzosa (y no digamos por debajo de los 65 años) me parece una indignidad. Pase la excepción de los futbolistas, los astronautas, etc., es decir, los que requieren unas facultades extraordinarias.

Don José María opina que lo de "comicio" (=comer gratis) supera a lo de "a mí, lubina", que se dice en Asturias para los políticos aprovechados. Mis noticias son que lo de "para mí, lubina mismo" se atribuye a un antiguo presidente de Murcia, de humilde origen. Era la época en que la lubina no provenía de una piscifactoría. En la misma línea de las satisfacciones materiales del poder está el tener coche oficial y, naturalmente, su correspondiente "mecánico" más el escolta. O también el "give me two" de los españoles que van a comprar a Nueva York.

Don Pedro Manuel malicia que hay gato encerrado en el nombramiento de Rodrigo Rato para Caja Madrid. Tampoco quedaron claras las "razones personales" para dimitir de su puesto al frente del Fondo Monetario Internacional. Tampoco se cree el manchego que a Alberto Oliart lo haya puesto por sus méritos al frente de RTVE. Es cuestión de esperar a ver si se confirman las cautelas de don Pedro Manuel. ¿Saldrá beneficiada PRISA? Pregunto.

Jesús Laínz protesta por la estupenda subvención pública que han recibido algunos famosos cocineros vascos. Como su trabajo de escritor resulta poco rentable, don Jesús propone disfrazarse con una chistera amarilla y un lacito rosa en sus partes pudendas y pasearse así, sin más ropa, por el puerto de Santander. De esa forma, serviría de atractivo turístico y podría recibir una generosa subvención pública. Pero la lógica de la subvención a los cocineros vascos es otra. Se otorga precisamente a los que han ganado mucho dinero con su negocio. Es decir, es Emilio Botín quien tendría que recibir una subvención oficial por llevar el nombre de Santander a todo el mundo.

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