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Salvador Ulayar

Álvaro Cabrerizo

La agresión física que don José Bono pregonó falsamente fue munición bastante para que la citada cañonería mediática eclipsara el dolido mensaje de Álvaro, además de marcar el comienzo oficial de la cacería de la AVT.

La ETA mató a su mujer y sus dos hijas en el atentado de Hipercor: Mari Carmen, Sonia y Susana. Desde entonces a Álvaro Cabrerizo el sufrimiento le tomó el corazón en un puño y lo estrujó con saña, dejando herida su alma para siempre. Su dolor fue crudo, terriblemente dañino. Consiguió rehacer su vida junto a Lola, su impagable salvavidas. Por desgracia, al poco tiempo ella perdió a su hijo de 28 años. Adoptaron a Andrea, su nueva ilusión. Álvaro ha vivido sostenido por el amor de Lola y Andrea estos últimos catorce años, hasta que la enfermedad se lo ha llevado con Mari Carmen, Sonia y Susana.

En 22 de enero de 2005 Álvaro y yo nos subimos al estrado de la Puerta del Sol en el final de la primera manifestación de la AVT. Ya entonces la cañonería mediática disparaba contra nosotros. Todos sabíamos que la negociación de ZP y la ETA estaba en marcha hacía meses en forma secreta. Ambos hablamos, él con un apasionamiento que salía del ansia de justicia que le acompañó desde la salvajada etarra perpetrada en el Hipercor de Barcelona. Pero casi nadie se enteró. La agresión física que don José Bono pregonó falsamente fue munición bastante para que la citada cañonería mediática eclipsara el dolido mensaje de Álvaro, además de marcar el comienzo oficial de la cacería de la AVT.

Pero Álvaro ahora ya no sufre, no tiene recuerdo del dolor. Ha entregado su alma al Padre y ahora mismo es feliz. Esa puede ser la dicha en la desdicha de quienes aquí lloran su muerte, Lola y Andrea y el resto de familia y amigos. Modestamente, yo también. Descansa querido Álvaro, te lo mereces mucho. Cuídanos. El recuerdo de tu drama me emociona y me anima a seguir.

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