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Emilio Campmany

No se paga a terroristas

Creemos que, siendo malo pagar, peor es dejar que los secuestradores cumplan su amenaza de asesinar a sus víctimas. Desgraciadamente, no es así.

Hace unas semanas vimos a nuestro presidente muy engolado y campanudo proclamar en Davos que España es un país serio. Lamentablemente, no lo es. Los países serios no pagan rescates a terroristas. Cuando a un país serio le secuestran a un ciudadano, lo que hace es intentar liberarlo, para lo que previamente se ha ocupado de tener los medios con que hacerlo en vez de inventar unidades militares de emergencias con las que ayudar a los bomberos cuando ocurre una desgracia. Por si Zapatero no lo sabe, el CNI y las unidades de operaciones especiales están, entre otras cosas, para eso y no para espiar a periodistas y adversarios políticos o repartir bocadillos y caramelos en zonas de conflicto.

Aún así, puede ocurrir que habiéndose preocupado el Estado de tener los mejores recursos, tal liberación no sea posible. En tales casos, por doloroso que sea, lo que no puede hacerse de ninguna manera es pagar un rescate o satisfacer cualquier otra exigencia.

La sociedad española tiene arraigada la idea de que a los chantajes terroristas mediante secuestro se puede o no ceder según la naturaleza de lo reclamado. Si lo que se pide es exclusivamente dinero, el pago no sólo es aceptable, sino que hay obligación moral de abonarlo. Creemos que, siendo malo pagar, peor es dejar que los secuestradores cumplan su amenaza de asesinar a sus víctimas. Desgraciadamente, no es así.

Pagar un rescate a una organización terrorista tiene consecuencias de una gravedad superior a la que se pretende evitar. El dinero del rescate será empleado en la comisión de nuevos atentados. Morirán personas que podrían haberse salvado si los terroristas, por falta de medios, no hubieran podido cometerlos. ¿Cuántas vidas logrará segar Al Qaeda con el dinero entregado por nuestro Gobierno? ¿Cuántas tragedias acarreará haber rescatado a la cooperante española? Encima, esos atentados servirán para poner cada vez más en peligro nuestra estabilidad social e institucional.

Pero hay más. Abonar los rescates estimula la comisión de ulteriores secuestros. Saber que España paga animará a esta misma organización y a otras a secuestrar españoles si la oportunidad se presenta. El dinero exigido será cada vez mayor y las consecuencias de pagarlo, por lo tanto, más graves. ¿No es probable que si no se hubiera pagado el rescate por la tripulación del Playa de Bakio nunca se hubiera secuestrado el Alakrana? ¿No es igualmente factible que si no se hubiera pagado el rescate del Alakrana nunca habrían secuestrado a los cooperantes españoles en Mauritania? ¿Qué hará el Gobierno con la vida del capitán español del Sakoba, secuestrado hace unos días por piratas somalíes? ¿Alegar que el barco no es español, aunque pertenezca a un gallego que se llama José González? ¿Es que su vida vale menos que la de Alicia Gámez?

Para ser justos, habrá que decir que Zapatero no es el primero que ha pagado un rescate a una organización terrorista. Adolfo Suárez lo hizo con Javier Rupérez. ¿Qué habría ocurrido si no lo hubiera hecho? A lo mejor Miguel Ángel Blanco no hubiera sido secuestrado o quizá lo hubiera sido igualmente, ya que no fue dinero, como con Rupérez, lo que se pidió por su liberación. El caso es que, desde que Aznar se negó a ceder al chantaje de ETA con el concejal de Ermua, la banda terrorista vasca no lo ha vuelto a intentar. ¿Seguirá así ahora que ve que hay un Gobierno que paga?

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