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Amando de Miguel

Errores del lenguaje corriente

La cosa es evitar con palabras que allí se trata el cáncer con radiactividad. Pero ni todos los cánceres son incurables, ni toda la radiactividad es peligrosa.

Los errores del lenguaje no sólo son ortográficos. Esos son los más aparatosos, pero los hay también de sentido, de matiz. Mi consejo es que se corrijan mejor con el oído, el mismo criterio por el que distinguimos el ruido de la música.

Agustín Fuentes ha visto este letrero en un hospital: "Oncología radioterápica". Él habría puesto "Radioterapia oncológica". Estoy de acuerdo con don Agustín. La cosa es evitar con palabras que allí se trata el cáncer con radiactividad. Pero ni todos los cánceres son incurables, ni toda la radiactividad es peligrosa.

Joaquín Álvarez de Toledo ha oído en un telediario que "nevará en la cota de los setecientos mil metros". El error se deriva de que el guioncillo no tiene fonética. Seguramente el cúe (o como se llame) decía "700-1.000 metros", es decir, entre los 700 y los 1.000 metros. Mi crítica va más allá. Habría que exigir una mayor responsabilidad a los que predicen ante el público que la cota de nieve va a llegar a tal o cual cota. Tampoco estaría mal que supiéramos cuál es la cota que corresponde a nuestra vivienda. Como es sabido, la cota en la España peninsular es la altura en metros sobre el nivel del mar en Alicante. El detalle de Alicante lo ignoro.

Escribía yo aquí que me extrañaba la ausencia de la palabra "vale" como marca comercial. Una vez más, es la ignorancia lo que me hace ser atrevido. José Antonio Sánchez Delgado me señala que "Vale" fue el primer nombre de unos grandes almacenes, que luego fueron "Galeprix" y, por último, "Simago". Pues yo me habría quedado con "Vale". Daniel Rodríguez Herrera precisa que hay una empresa discográfica, "Vale Music", que edita los discos de la Operación Triunfo.

En la divertida serie de trabucamientos que enviaba Gabriel Ter- Sakarian Aramburu, se me deslizó un error. Lo que decía el altavoz del supermercado de Melilla era "abrir interrumpidamente de 9 a 21". Es todo un logro, eso de "abrir interrumpidamente".

Miguel Ángel Bartolomé Manrique (Valdemorillo, Madrid) recoge la confusa expresión "encajar un gol", que no quiere decir "meter un gol en la portería contraria" sino que "el contrario mete un gol en nuestra portería". Sobre el lenguaje deportivo recomiendo el reciente libro de Antonio Alcoba, Periodismos deportivo (Síntesis).

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