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Eugenio D´Medina Lora

El laberinto del Facebook

Al final del día, para eso está el mundo real: para establecer reglas personales, de relaciones bis a bis, cuando se pueden aplicar. El anclaje al mundo real se hace imprescindible para no extraviarnos en el laberinto del Facebook.

Los instrumentos que proporciona hoy la tecnología de las comunicaciones permiten ejercer la libertad de incorporar o des-incorporar personas a nuestras vidas con sólo apretar un botón. Es un ejercicio de libertad, que ejecuto cada tanto, cuando se da la situación de desagrado con el comportamiento de alguien.

Ahí están los conglomerados tipo Yahoo Groups o las redes sociales como el Facebook. Nos permiten ampliar nuestras relaciones con quienes son cercanos, fueron cercanos o promovemos nuevas cercanías por algún interés personal, de índole diversa. Pero esa es una autopista de doble sentido: nos acerca o nos puede alejar también.

En nada esto es más palpable como en las redes sociales. De hecho, nos pueden extraviar, confundir y atrapar en un laberinto de sentimientos encontrados. Y como en el laberinto del Fauno, el laberinto del Facebook tiene su propia magia, pero también, sus propios monstruos.

Algunas personas llevan la sensibilidad de internet, a niveles que, ciertamente, lindan con lo extremo. Incluso pueden sentirse traicionados u ofendidos por mensajes o actitudes. Pero incluso en estos casos la solución que brindan las nuevas tecnologías es fácil. Si me pareciera, por ejemplo, que alguien me traicionó (palabra fuerte que no sé cómo la aplicaría en el mundo virtual, salvo que me "hackeen" una cuenta del banco o me falsifiquen una identidad) entonces optaría por extirpar a ese alguien de mi vida (incluido el Facebook, por ejemplo). Y con un botón, nuevamente.

En lo personal, me parece exagerado llevar el mundo virtual a lo real, incluyendo discusiones o disentimientos, pero cada quien vive y siente a su manera. Pocas cosas atraviesan esos mundos, lo que realmente adquiere valor (lo demás, permanece en el mundo virtual). Reconozco, no obstante, que a veces puedan generarse incomodidades de diversa índole, que en el mundo internet suelen ocurrir muchas veces por malos entendidos, otras veces porque efectivamente, abren un campo muy grande de relacionamientos inesperados, que conllevan sentimientos encontrados.

Es una de las razones por las que, nuevamente en lo personal selecciono mucho los "friends" del Facebook, pues no me interesa competir por tener más y más contactos. Me da mucha gracia ver que algunas personas se sienten más importantes o "populares" por acopiar más y más contactos. Bueno, eso lo puedo entender en chicos adolescentes, en los que el concepto de "popularidad" es tan "importante". Lo que quizás es un indicador de que, en el mundo internet, todos nos comportamos, ciertamente, con nuestro lado adolescente por delante, más de lo que pensamos.

Pero no es como me gusta manejarlo a mí. De hecho, en una minoría de casos, me encontré a personas cuya cercanía me parecía interesante, pero que después de vislumbrar brotes de, llamémoslo así, "brechas profundas de personalidad", me pareció prudente deshacer el contacto. O incluso me pasó que reencontré a personas con las que, por cuestiones de la vida, se separaron nuestros rumbos, y a las pocas semanas de incorporarlas al Facebook, comprendí y recordé las sobradas razones que tuve en el pasado para alejarme de ellas.

Pero estos casos aislados no son la regla. En la mayoría de los casos en que selecciono personas para incorporarlas como "amigos" en Facebook, no es una selección porque unos sean mejores personas que otras. Simplemente es porque quiero que sean algunas las personas que estén ahí, que son con las que quiero compartir una red social, en un momento determinado de mi vida y sin tener que dar explicación alguna. Y con otras, en ese momento simplemente no. Y también, sin explicación alguna.

Sin embargo, considero que es bueno no exagerar y mantener la serenidad, porque por internet también se puede lastimar a personas y es muy pesado, encima de lo doloroso que suele ser el mundo real, aventarse más broncas en un portal Facebook. Al final del día, para eso está el mundo real: para establecer reglas personales, de relaciones bis a bis, cuando se pueden aplicar. El anclaje al mundo real se hace imprescindible para no extraviarnos en el laberinto del Facebook.

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