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Emilio J. González

Al Gobierno se le acaba el cuento

Es posible que antes de que el Eurogrupo diga nada, Zapatero convoque elecciones anticipadas y acuda a ellas sin tener que afrontar el coste político que supondría la intervención de España por parte de la UE. Y, francamente, yo no lo descartaría.

La decisión del Eurogrupo de empezar el análisis de los presupuestos de los países miembros del euro por España suena mucho a primer paso en la intervención de la economía española por parte de la Unión Europea, o a dejarla hundirse en los abismos más profundos si no se comporta como debe ni hace lo que se le diga que tiene que hacer. La decisión no es casual, sino todo lo contrario. Existe un riesgo real de que España tenga que ser rescatada, como Grecia, sólo que, en este caso, se trata de una de las economías más grandes del mundo y existen muchas dudas acerca de si la UE realmente tendría la posibilidad de articular una operación de salvamento y a qué coste. Por consiguiente, una vez aprendida la lección griega, los líderes comunitarios quieren anticiparse a la que se le puede venir encima a la eurozona y empezar a arreglar el problema antes de que estalle en toda su intensidad y provoque un remake de la crisis financiera internacional. Y el escrutinio que quieren realizar de las finanzas públicas españolas implica que al Gobierno se le ha acabado el cuento.

La Unión Europea, al igual que todos los analistas mínimamente serios, no se cree, ni de lejos, las más que optimistas previsiones económicas del Gobierno, sobre las cuales se ha construido el presupuesto y que sobrevaloran los ingresos e inflavaloran los gastos y, en consecuencia, tanto el déficit como las necesidades de emisión de deuda pública. Si el Ejecutivo acepta sacar a la luz, o que se las saquen, las verdaderas previsiones para nuestra economía, se le acabó el falsear la realidad y el tratar de hacer creer a los españoles que las cosas están mejor de lo que realmente están y van mejor de lo que realmente van. Es decir, que el Gabinete va a tener que enfrentarse de una vez por todas a esa realidad que no quiere ver y, menos aún, reconocer. Es más, la revisión del cuadro macroeconómico tendrá que entrañar, como es lógico, la revisión de las previsiones de ingresos y gastos y, una vez que salga a la luz toda la verdad, a ZP se le acabó la política de tirar de chequera para comprar votos y financiar sus ocurrencias si quiere que la UE ayude a España a salir del tremendo problema en el que nos ha metido la irresponsabilidad económica y presupuestaria del presidente del Gobierno.

Con la estrategia de reducción del gasto público ocurre tres cuartos de lo mismo. El Eurogrupo no termina de creerse eso de la reducción de gastos de personal que Zapatero anunció a bombo y platillo y, si confirman que no es así, acabarán por imponer a España el recorte de salarios de los funcionarios públicos, entre otras medidas, por muy impopular que esto pueda resultarle a ZP. De la misma forma, en la Unión Europea tienen muy claro que el Estado no puede hacer sólo el esfuerzo de recortar el déficit público, que dicho esfuerzo debe implicar a todos los niveles de la Administración, por mucho que las autonomías pretendan que eso no es cosa suya con tal de poder seguir tirando el dinero a manos llenas, como vienen haciendo desde hace años, en especial gobiernos regionales como el andaluz o el catalán. Por tanto, van a exigir a Zapatero que los meta en cintura y, posiblemente también, que reduzca las transferencias del Estado a las comunidades autónomas.

Todo ello implicaría una censura más que abierta a la política económica y presupuestaria de ZP, que resulta del todo punto insostenible, y obligaría al Gobierno a dar un giro de 180 grados en su gestión de la economía si quiere contar con la ayuda de la UE de ser necesario, como parece probable, articular una operación de rescate de España. La cuestión es sí el presidente del Gobierno estaría dispuesto a aceptar no sólo que el Eurogrupo le saque los colores y le prohíba hacer de las suyas con el dinero de todos, sino que lo haga, además, cuando va quedando cada vez menos tiempo para unas elecciones municipales y autonómicas que pueden resultar particularmente duras para los socialistas. ¿Qué puede ocurrir entonces? Puede suceder que Zapatero, en un nuevo ejercicio de irresponsabilidad, trate de engañar a un Eurogrupo ya más que resabiado después de lo sucedido con Grecia o, simplemente, negarse a hacer lo que le digan que tiene que hacer. En ese caso, o España se va a pedir ayuda al FMI, que también le impondría al presidente del Gobierno un plan de saneamiento que le gustaría muy poco, o bien se declara la suspensión de pagos del reino de España y entonces ya sí que nos hundimos definitivamente. Es escenario, desde luego, es dantesco. No obstante, también puede darse una segunda posibilidad: que antes de que el Eurogrupo diga nada, Zapatero convoque elecciones anticipadas y acuda a ellas sin tener que afrontar el coste político que supondría la intervención de España por parte de la UE. Y, francamente, yo no descartaría que, en última instancia, esto sea lo que tenga en mente el actual inquilino de La Moncloa, al que ya se le está acabando el cuento.

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