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Clifford D. May

¡O se somete o muere!

Los grupos islamistas no están exigiendo igualdad para el islam, sino superioridad. Son supremacistas: creen que el dominio del islam sobre todo lo demás es un mandato divino; que la ley islámica debe prevalecer; que los "no creyentes" se deben someter.

¿Qué tienen en común Comedy Central y Yale University Press? En la guerra islamista contra la libertad de expresión, ambos han estado en primera línea de fuego. Y ambos se han rendido.

Hace un par de semanas, Comedy Central censuró cualquier dibujo del profeta Mahoma, o siquiera mencionarlo, en un episodio de la serie de dibujos animados para adultos South Park. Esta capitulación vino a raíz de que un grupo que se autodenomina "Musulmanes de la Revolución" "advirtió" que los responsables "probablemente acabarían como Theo van Gogh" –el cineasta holandés asesinado por un musulmán marroquí–holandés por producir Sumisión, un documental sobre el sufrimiento de la mujer en sociedades islámicas. 

También Comedy Central censuró un discurso sobre la intimidación y el miedo. Aunque el discurso no hace ninguna mención a Mahoma, los ejecutivos de Comedy Central decidieron que evidentemente puede que alguien se ofenda o se enrabiete (quizá los islamistas que se dedican justamente a intimidar y a asustar). Les quedó bastante cómico, ¿no cree usted?

De la misma forma, la editorial de la Universidad de Yale, Yale University Press, publicó el año pasado Las caricaturas que conmocionaron al mundo, un libro sobre la controversia suscitada y la violencia (casi 200 personas murieron por la incitación islamista en respuesta a la publicación de 12 caricaturas satíricas sobre Mahoma en periódicos daneses en 2005). Los editores decidieron no incluir las caricaturas en el libro acerca de las caricaturas. John Donatich, director de la editorial, dijo con toda sinceridad al New York Times que él no quería terminar con "sangre en las manos".

Como era de esperarse, cuando se trata de ceder a la presión islamista, los europeos han sido pioneros de esta tendencia. Desde 1989, el líder revolucionario iraní Ruhollah Jomeini lanzó una fatwa en la que pedía el asesinato –a manos de cualquier musulmán dispuesto y capaz– del autor británico Salman Rushdie, cuya novela Los versos satánicos fue declarada como ofensiva para el islam pro Jomeini. La respuesta europea a este ataque –no sólo contra un ciudadano europeo sino también contra los valores europeos– fue de pura ineptitud.

Y hace cuatro años, la Deutsche Oper canceló una producción de Idomeneo de Mozart, una ópera en la que aparecen en el escenario las cabezas decapitadas de Jesús, Buda y Mahoma. El líder "moderado" del Consejo Islámico de Alemania, Ali Kizilkaya felicitó a la Ópera por demostrar respeto ante la sensibilidad musulmana. Esto también resulta gracioso, ¿no cree usted?

Sigmund Freud dijo una vez que veía la quema de sus libros como signo de progreso. Explicaba que "en la Edad Media, ellos me habrían quemado a mí". Seguramente a Freud le sorprendería saber que, un siglo después, al parecer estamos volviendo otra vez a la Edad Media... gracias a los regímenes, movimientos e ideologías cuyos nombres muchos de nuestros líderes culturales y políticos ni siquiera se atreven a pronunciar.

El senador Joseph Lieberman, presidente del Comité de Seguridad Nacional en el Senado de Estados Unidos, mandó este mes una carta a John Brennan que ostenta el gran título de "Asistente del Presidente en Seguridad Nacional Interior y Contraterrorismo y Viceasesor de Seguridad Nacional". En ella, Lieberman expresaba su preocupación por borrar del documento de la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos el término "extremismo islámico" o cualquier término que pudiera sugerir una conexión entre el terrorismo y el islam o el islamismo.

Según Lieberman, esta omisión, sin duda producto menos del miedo y más de la "corrección política" así como de burócratas jugando al relacionista público, es sólo la más reciente en una serie de declaraciones de esta administración que se niega a reconocer que estamos en una guerra contra un enemigo que ha matado a miles de americanos y que no se basa en una imprecisa política de extremismo sino en una ideología específica y violenta del extremismo islamista. Entre esas declaraciones está el informe sobre la masacre de Fort Hood llevada a cabo por un agresor al grito de "Alá es el más grande" mientras tiroteaba a muerte a tantos soldados americanos como podía.

El Committee on the Present Danger, una organización que en el siglo XX se centraba en la amenaza comunista y que ahora se centra en la amenaza islamista también envió una carta a Brennan, al igual que al presidente Obama y a la secretaria de Estado Hillary Clinton, respaldando las inquietudes de Lieberman. Entre los signatarios estaban: el ex secretario de Estado George Shultz, el ex director de la CIA Jim Woolsey, el ex asesor de Seguridad Nacional Robert McFarlane, el ex fiscal general de la República Ed Meese y el ex asesor presidencial Max Kampelman.

Un periodista que estaba trabajando en la historia de Comedy Central me preguntaba si los que se oponen a los libros, caricaturas, óperas, películas y otro tipo de materiales que los musulmanes pudieran encontrar ofensivo no eran unos hipócritas puesto que no aplican el mismo estándar cuando se trata de cristianos y judíos. Su pregunta revela un malentendido muy común: los grupos islamistas como Musulmanes de la Revolución no están exigiendo igualdad para el islam, sino superioridad. Son supremacistas: creen que el dominio del islam sobre todo lo demás es un mandato divino; que la sharía o ley islámica debe prevalecer; que los "no creyentes" se deben someter.

Por ello, los militantes islamistas son como los nazis que creían que la raza aria era una raza superior y como los comunistas cuya meta es crear una "dictadura del proletariado" que dará las órdenes a los burgueses y a otras clases.

Ronald Reagan ya nos había advertido de que "la libertad no está a más de una generación de su extinción". Y agregaba que para que eso no suceda, "hay que luchar por ella". Sin embargo, la tendencia actual entre las élites occidentales es sacar la bandera blanca. Qué alentador debe ser ver todo eso para los Musulmanes de la Revolución y grupos similares que tanto proliferan ahora por el mundo.

©2010 Scripps Howard News Service
©2010 Traducido por Miryam Lindberg

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