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Pablo Molina

Envueltos en La Jajeta

Para poder pagar una millonada en billetes de quinientos hay que ser socialista porque en primer lugar hay que disponer de esa pasta y eso, hoy por hoy, no está al alcance del votante medio centro-reformista.

Hasta que no conocimos que Mariano Fernández Bermejo pagaba las cornamentas (de ciervo) con billetes de 500 euros, muchos no dábamos crédito a su existencia, que atribuíamos a una de las muchas leyendas urbanas que circulan por internet. Sin embargo esos billetazos existen, como acaba de confirmarnos la información según la cual Bono también utiliza ese instrumento de pago para saldar sus operaciones de compraventa. En este último caso, envueltos en papel de periódico, lo que revela la preocupación del ex presidente castellano-manchego por el medio ambiente, porque el papel de prensa es eco-sostenible, al contrario que el típico maletín de polipiel, contaminante donde los haya.

La hacienda pública se escandaliza periódicamente ante la demanda de estos billetes en el mercado porque habitualmente se utilizan para transacciones opacas al fisco, de ahí que extreme la vigilancia en los sectores financieros más proclives a este tipo de enjuagues. Nada que ver con la inocente compraventa de cuernas de ocho astas o la adquisición de caballos en el extranjero, actividades que como es sabido realizan insignes socialistas, razón por la cual quedan automáticamente fuera del alcance del ojo escrutador del ministerio.

Para poder pagar una millonada en billetes de quinientos hay que ser socialista porque en primer lugar hay que disponer de esa pasta y eso, hoy por hoy, no está al alcance del votante medio centro-reformista. Luego, además, si uno no es un alto cargo del PSOE siempre existirá la sospecha acerca de la licitud de la operación, lo que supone un riesgo añadido. Bono parece que envió al gañán de su finca hípica con un hatillo de periódicos, seguramente atado con hilo bramante, en cuyo interior llevaba el fajo de billetes de quinientos, y su hombre de confianza cumplió fielmente el encargo. Pruebe usted a comprar en Francia un pura sangre a tocateja, pasando la frontera de esa guisa y con semejante embajada, y si llega a su destino sin que lo trinquen los gendarmes no tendré inconveniente en desdecirme en este mismo espacio.

En cierta ocasión, Walter Lippman dijo aquello tan recurrente de que las noticias de hoy envolverán el pescado de mañana. Le faltó añadir, "salvo que el ejemplar caiga en las manos de José Bono, en cuyo caso le esperan destinos más altos". Aunque sea un número atrasado de La Jajeta.

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