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José Antonio Martínez-Abarca

Vente a Pepe, Alemania

La Fracasada ha conseguido que de nuevo se vuelva a hablar de la "tradicional amistad" que siempre ha existido entre España y el Eje. Ya no nos tenemos que molestar ni en emigrar allí.

Podría ser, digo como simple hipótesis de trabajo, vamos, que el Centro de Investigaciones Sociológicas no recaliente las intenciones de voto con la fritanga del "caso Gürtel" –como denuncia el PP–, sino que, en definitiva, para arrojar el dato de que Zapatero sólo está a uno y pico puntos del PP haya detectado desconsoladoramente el enorme cardumen de conciudadanos que, tras dos años de crisis, aún piensan que lo importante, lo que de verdad determina el sentido de su voto, no es el estado de la nación sino que por fin una serie de palabras amachistadas empiecen a terminar en "a" y que los transexuales no pongan ni un duro para operarse. Los que continúan poniendo el cuerpo de jota como si nada hubiese ocurrido desde lo de los trenes en el marzo aquel, tomándose la última a la salud de Alemania o del rumboso que sea.

¿Quién dijo que "la fiesta en España se había terminado"? Fue una publicación económica internacional para señalar el fin del milagro económico del ladrillo; lo repitió el académico Cebrián para aterrorizar a los veteranos de El País cuando constató que esto del periodismo es tan entrañable y tiene las mismas aplicaciones de futuro que la cestería del esparto; y ahora, el CIS, con ese empate técnico que dice que existe a minuto de ahora mismo entre PP y PSOE, y si es que no está manipulando hasta la risión (que sería la opción más tranquilizadora), nos deja el retrato abrumador, definitivo, de buena porción de la opinión pública española que, desde antes de las últimas generales, no se ha enterado ni de que aquí está lloviendo un poquito.

Porque eso, que para la mitad del país no se ha acabado ninguna fiesta, es lo que significa también la euforia desatada tras el anuncio de que Alemania corría con las rondas de todos en España hasta la hora de cierre. Con esa especie de fondo para estados gamberros, hay alguien todavía más feliz que los "especuladores internacionales": los socialistas españoles que por un momento temían que hubiesen huido. Lo cual recuerda esa escena de El hombre de Mackintosh, de John Huston, en la que un "lord" británico atracaba su yate en un pobre pueblecito irlandés y compraba los últimos "hurras" de los vecinos, quienes odiaban cualquier cosa que oliera a inglés, patrocinando todas las consumiciones en el "pub" hasta que sonara la campanilla. Hasta el IRA estaba dispuesto así a vivar a Inglaterra como aquí los parroquianos están dispuestos a vivar a quienquiera que le haga ganar otras elecciones a ZP, por muy capitalista salvaje que sea. Aquí en cuanto nos hemos enterado de que nuestras púas y los estropicios causados por nuestra mala cabeza los va a abonar la Locomotora de Europa hemos considerado que la "criminalidad económica" de la bolsa (Cándido "dixit") es amiga para siempre, que los conservadores alemanes son nuestro tío de América y que no falte de nada.

La Fracasada ha conseguido que de nuevo se vuelva a hablar de la "tradicional amistad" que siempre ha existido entre España y el Eje. Ya no nos tenemos que molestar ni en emigrar allí, porque todo lo perpetrado y lo que vamos a perpetrar sale gratis total. No te vengas a Alemania, Pepe, que, hombre, ahora es Alemania la que se viene aquí.

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