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Amando de Miguel

Los nombres de las cosas

Ese desprecio procede de la mentalidad hidalga tradicional, que contempla por encima del hombro a todo lo relacionado con el comercio. Hay docenas de palabras despectivas que se relacionan con la actividad comercial o económica. La última es "especulador"

Manix me dice que la significación de "hortera" como insulto "se produjo en Burgos hacia el año 1957". No lo creo. Hasta la guerra civil de 1936, el hortera era sobre todo el dependiente de comercio, especialmente en las tiendas de tejidos de Madrid. En las novelas de Baroja de los años 30 el hortera aparece retratado como presumido y petulante. En otros escritores del primer tercio del siglo XX (Martínez Sierra, Aguilar Catena, López Pinillos, Belda) entra poco a poco el sentido despectivo del hortera como un tipo ridículo, despreciable. Ese desprecio procede de la mentalidad hidalga tradicional, que contempla por encima del hombro a todo lo relacionado con el comercio. Hay docenas de palabras despectivas que se relacionan con la actividad comercial o económica. La última es "especulador".

Son muchos los correos que señalan lo inauténtico que resulta la expresión "sentada en el quicio de la mancebía", que aquí se comentaba como inverosímil. Me dicen los corresponsales que la canción original decía "apoyá en el quicio de la mancebía", lo que resulta una postura verosímil. Javier Vicuña Ruiz (San Sebastián) arguye que sí se puede uno sentar sobre el dintel de una puerta. Es lo que hacía él de niño (para desesperación de su abuela) cuando se sentaba sobre la viga horizontal que servía de dintel de la puerta del corral.

Francisco López Riquelme asegura que, en su pueblo murciano, la palabra "jícara" era equivalente de "onza", una parte de la tableta de chocolate. Creo que es un caso de metonimia (= tomar una cosa por la otra cuando están próximas o relacionadas). En bues castellano, la jícara es una tacita que se emplea preferentemente para tomar chocolate hecho. La "onza" es una medida de peso, aplicada también a la tableta de chocolate, quizá por influencia inglesa.

Bernard Fonvielle (Tahiti, Polinesia francesa) observa que los españoles tenemos dos denominaciones despectivas para los franceses: gabachos y franchutes. En cambio, los franceses no tienen ninguna voz despectiva para los españoles. No creo que esa diferencia indique ninguna animosidad de los españoles hacia los franceses. Simplemente, a lo largo de la historia ha habido ejércitos franceses que han invadido España; lo contrario no se ha producido. La excepción quizá sea lo de "buena la hicisteis, franceses, en esa de Roncesvalles", pero era sólo en la frontera. En España, los que vienen de la otra parte de los Pirineos son "guiris", pero esa es una voz autóctona: los "guiristinos" o soldados de la Reina Cristina en la primera guerra carlista. Puede que para muchos franceses, la palabra "español" sea ya despectiva en sí misma. Tampoco hay que escandalizarse. En España son despreciables muchas veces los del pueblo de al lado. Para los de Bilbao los guipuzcoanos son "guipuchis", voz un tanto afrentosa. El hecho de mirar por encima del hombro a los extraños es una forma de afirmar la personalidad propia. Lo más curioso es que, ahora, en España, la palabra "español" resulta despectiva. Por eso se dice "ciudadanos", como si estuviéramos en la Revolución Francesa.

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