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Cero nuclear

A pesar de las apariencias, la comunidad internacional da por hecho un Irán nuclear con el que, se argumenta, se puede vivir, bajo la vieja doctrina de la disuasión. Albricias.

Cero nuclear es el ideal promovido por Obama para abolir las armas atómicas. Y a partir del circo de tres pistas en que se ha convertido la enésima ronda de sanciones contra Irán por estar a punto de tener una, cero nuclear es también la calificación obtenida por la aplicación práctica de este pío deseo.
 
Los Estados Unidos han presentado un borrador de resolución de sanciones al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Cuenta con el apoyo de los recalcitrantes: China y Rusia. Antes, Teherán con Ankara y Brasilia acordaron enriquecer aproximadamente la mitad del uranio iraní hasta el 20% en un año, aparentemente en Turquía. Lo que quiere decir que le quedan a Irán unos 1.300 kg. para poder llevarlo hasta el grado de arma (enriquecido al 90%), proceso que podría concluir en menos de un año, según el Institute for Science and International Security, que coincide con el testimonio de dos oficiales del ejército americano ante el Congreso en abril.

Como prometió Hillary Clinton, pues, parece que se aprobará una resolución –¿el mes que viene?– que "morderá". Será, eso sí, sin el respaldo de Turquía y Brasil que se sientan como miembros no permanentes del Consejo de Seguridad. Así que la interpretación generalizada es que ante un jaque diplomático de Irán, los EEUU han respondido con un jaque mate.

¿O no?

La ronda de sanciones que se propone sería la cuarta. La preceden una resolución de diciembre de 2006, otra tanda de sanciones de marzo de 2007, y la imposición unilateral de sanciones por parte de Estados Unidos en 2008. Llegado Obama al poder, aparte de convocar cumbres antinucleares, firmar acuerdos y promulgar el cero nuclear como objetivo, se propuso abrir el puño cerrado de Irán. Ello ha llevado a Occidente a perseguir el camino de las sanciones acompañadas de incentivos para reintegrar a Irán en la comunidad de naciones.

El resultado es notorio. Las elecciones fraudulentas de junio de 2009 han sido celebradas por el régimen con inusitada represión. El nuevo gobierno ha incluido como ministro de Defensa a un sujeto buscado por matar 85 judíos en el famoso atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina en Buenos Aires en 1994. Irán sigue siendo, sobre todo, un Estado calificado de terrorista por el departamento de Estado americano. Financia, ayuda y entrena a Hezbolá, que quiere destruir a la entidad sionista, y a Hamás, que no reconoce el derecho a existir de Israel. Ha cometido sistemáticamente en Irak atentados contra las fuerzas de la coalición liberadora, en especial contra Estados Unidos.
  
¿Impedirán los nuevos castigos que Irán sea nuclear?

Escondido en el párrafo decimoséptimo de la información del Wall Street Journal sobre el asunto se encuentra lo siguiente: "Funcionarios americanos reconocieron que la nueva resolución por sí sola probablemente no detendría las ambiciones nucleares de Irán; en su lugar, dijeron, podría llevar a otros países a aplicar sus propias sanciones financieras unilaterales que podrían tener más impacto". 

Es decir, que a pesar de las apariencias la comunidad internacional da por hecho un Irán nuclear con el que, se argumenta, se puede vivir, bajo la vieja doctrina de la disuasión. Albricias.

En cambio, el estudioso de Princeton, Bernard Lewis, opina que la destrucción mutua asegurada no es disuasoria para los radicales que lideran el país, sino que es un incentivo. 

Entonces ¿qué? Pues nada. Para cambiar el régimen parece que se les ha pasado el arroz a los occidentales, que han dejado abandonados a los que se revolvieron contra el mismo en el verano pasado. Por otra parte, nadie garantizaba que los nuevos dirigentes no fueran a ser también peligrosos, aunque es cierto que casi cualquier cosa hubiera mejorado a Jamenei y Ahmadineyad. Descartada, pues, la eficacia de las sanciones y el cambio de régimen sólo quedaría, para impedir el acceso de Irán al rango de potencia nuclear, la destrucción militar de sus instalaciones.

Horror en las cancillerías. ¿El uso de la fuerza? ¿Qué somos, animales? Ciertamente la aviación israelí puede llevar a cabo esta operación. Pero no con las mismas garantías de éxito que si tuviera el apoyo de los Estados Unidos. Hace un par de años Sarkozy decía que la política de palos y caramelo, en la elaborada jerga diplomática, estaba destinada a evitar la alternativa entre la bomba de Irán y bombardear Irán. La alternativa no se ha evitado y el ganador es: la bomba de Irán.

Este es el cero nuclear: mientras Occidente se aplastaba a sí mismo bajo el peso de la deuda, y Obama cosechaba el Nobel y la miel de las innumerables cumbres, se les ha pasado la hora de impedir la proliferación nuclear en manos criminales. Y si Israel, por un milagro, lo impide, lejos de agradecérselo, le llamaremos asesino.

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