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Pablo Molina

¿Se nos ha vuelto de derechas ZP?

Aliviar las trabas coactivas del Estado sobre el mercado laboral es una cuestión básica que todo gobierno debería observar, porque es lo que permite que los empresarios emprendan nuevos negocios y creen puestos de trabajo.

El socialismo no se inventó para crear riqueza sino para repartir la que otros generan según el criterio sectario de los gobernantes. Es lo que en la jerga marxista posmoderna se denomina "corregir las desigualdades", "redistribuir la riqueza" o "justicia social". En definitiva, que usted y yo trabajamos para que los socialistas repartan nuestro dinero en función de sus necesidades electorales.

El problema surge cuando no queda apenas riqueza que "redistribuir", que es exactamente lo que le está ocurriendo a Zapatero, agravado por el hecho de que cada vez le resulta más difícil timar a los "especuladores" internacionales para que le sigan facilitando dinero sin garantías de que podrá devolverlo, que es lo que en el sur llamamos prestar dinero "al ya te veré".

La situación económica de España es tan grave que incluso dos personajes como Zapatero y Corbacho han aceptado el requerimiento insistente de las autoridades financieras internacionales para llevar a cabo una reforma laboral. Ahora ya no importan los así denominados "derechos sociales", que según Zapatero sólo se recortan cuando gobierna "la derecha"; y algo de cierto hay en ello, porque cuando manda la izquierda no se rebajan sino que se destruyen, comenzando por el principal de esos derechos, que es el de tener un puesto de trabajo.

Aliviar las trabas coactivas del Estado sobre el mercado laboral es una cuestión básica que todo gobierno debería observar incluso en las mejores circunstancias económicas, porque es lo que permite que los empresarios emprendan nuevos negocios y creen puestos de trabajo. Sin embargo, para la izquierda es sólo un último recurso al que acudir cuando se ha dilapidado la riqueza acumulada por los gobiernos anteriores.

Pero no nos engañemos. Zapatero no va a hacer esta reforma laboral porque se nos haya convertido en un liberal descafeinado o entienda que es necesaria para salvar al país. Lo hace únicamente porque necesita dinero para seguir "redistribuyendo" entre los de siempre y para eso es imprescindible aumentar el número de contribuyentes. Por eso y porque del éxito de esta última intentona depende que en dos años pueda revalidar su más que dudosa victoria en las urnas. Con razón el empresario hípico le compara con los grandes hombres de Estado.

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