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Emilio Campmany

Es la Justicia, idiota

El caso es que en esto de la reforma laboral, como tantas otras cosas en España, parece que, antes de reformar nada, quizá bastara con aplicar cabalmente las leyes que ya tenemos.

Zapatero dice escandalizarse porque el 70 por ciento de los despidos en los que al trabajador se le han reconocido el máximo derecho a una indemnización de 45 días por año trabajado eran despidos por causas económicas en los que la ley permite una indemnización de 20 días. Y se entera ahora. ¿Se habrá preguntado por qué sucede tal cosa? Sea o no así, sabe perfectamente la respuesta, porque los magistrados de los laboral fallan sistemáticamente a favor de los trabajadores. Los empresarios, como sus abogados o el resto de profesionales que se mueven alrededor del mundo de la empresa, saben perfectamente que tener un pleito en las magistraturas de trabajo es en la mayoría de los casos para los empleadores un pleito perdido. Parafraseando la conocida maldición gitana, podría decirse "pleitos tengas, que los perderás".

Esta es la principal razón por qué España necesita crecimientos de más del 2 por ciento para crear empleo, porque los empleadores se resisten a contratar porque en España el despido es casi siempre difícil y costoso. Y es por eso que los empresarios obligados a despedir no se deshacen de los más incapaces, sino de lo que llevan menos tiempo en la empresa, que podrían ser los más adecuados para que la empresa pudiera remontar el vuelo.

Si los magistrados de lo laboral se mostraran mínimamente inclinados a reconocer los despidos por causas económicas cuando se producen o estuvieran remotamente abiertos a considerar la posibilidad de que un despido pueda ser procedente, a lo mejor no hacía falta cambiar la legislación laboral que tenemos ni nos veríamos en el trance que nos vemos.

Zapatero podría seguir preguntándose por qué los jueces son tan favorables a los trabajadores y se resisten a admitir despidos por causas económicas o no digamos despidos procedentes. También en este caso sabe la respuesta. La sociedad española tiene una visión maniquea de la relación laboral. En ella, el trabajador es el bueno y el empresario, el malo. Los jueces tienden a ser reflejo de la sociedad en la que viven y por eso se sienten inclinados a fallar en favor del trabajador aun en esos casos en los que podría ser responsable de su despido.

También es posible que influya el hecho sin duda relevante de que muchos magistrados de lo laboral ingresaron en la carrera judicial sin hacer la oposición y por el sistema de turnos que permite a los políticos colocar al frente de juzgados y tribunales a "juristas de reconocida competencia". En lo laboral fueron a buscarlos en los despachos laboralistas que trabajan para los sindicatos.

El caso es que en esto de la reforma laboral, como tantas otras cosas en España, parece que, antes de reformar nada, quizá bastara con aplicar cabalmente las leyes que ya tenemos. Porque al final la reforma va a privar de la indemnización de 45 días por año trabajado a trabajadores despedidos en el futuro que quizá lo merecieran y sus empleadores estuvieran en condiciones de pagarlos porque llevamos decenios pagando indemnizaciones de este volumen a trabajadores que no se lo merecen y porque jueces nombrados a dedo se lo han reconocido sin deber.

Al final, como siempre, lo que sale es que, haya o no que hacer la reforma laboral, lo que urge es hacer la reforma de la Justicia.

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