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Pablo Molina

Canibalismo progresista

Si Sogecable y Mediapro se extinguen y sus matrices acusan el golpe para varias décadas sería sin duda una tragedia para la información en "este país", pero lo peor es que muchos españoles probablemente tendríamos que medicarnos para superar la depresión.

En el siglo XIX era común entre la aristocracia acudir a los cerros que rodeaban los lugares donde se desarrollaban las batallas. Allí, los criados extendían los manteles, servían el picnic y los más atrevidos de la clase alta pasaban la tarde tan ricamente "viendo la guerra". Es algo similar a lo que nos ocurre a muchos con las riñas legales que enfrentan a los dos principales medios del progresismo español y lo cierto es que se pasa muy bien.

Zapatero se inventó un grupo de comunicación haciendo favores a sus amigos de baloncesto y eso le sentó al grupo PRISA como una patada en el balance, porque la empresa de Polanco (q.e.p.d.), tan aficionada al monopolio, contaba con disfrutar también en exclusiva del favor de los gobiernos del PSOE.

Las hostilidades se desataron con el asunto de los derechos televisivos de la liga de fútbol y ahí siguen enzarzados para diversión del respetable. Mediapro, propiedad de los brujos visitadores de La Moncloa, en concurso de acreedores, y Sogecable sobreviviendo con la respiración financiera asistida que le han prestado diversos inversores extranjeros, sin que se sepa a estas alturas si va a poder pagar la asistencia médica que le mantiene con vida.

La crisis económica, unida a la recesión ética consustancial a toda empresa "de progreso", ha hecho que dos grupos de comunicación que comparten ideología se vean a diario en los juzgados con varias demandas cruzadas, como dos vulgares vecinas de corrala que se llevaran a matar. Las cantidades que se exigen judicialmente una a otra son brutales dado el contexto económico actual, así que la primera que tenga que hacer frente a su parte del pago es probable que desaparezca a causa del agravamiento de su ya de por sí preocupante situación financiera. De hecho es posible que se arruinen las dos si esto no mejora, porque Zapatero está sometido a estrecha vigilancia en lo que al despilfarro se refiere y no va a arriesgar su puesto por preservar el de Cebrián o el de su amigo Roures.

Si Sogecable y Mediapro se extinguen y sus matrices acusan el golpe para varias décadas sería sin duda una tragedia para la información en "este país", pero lo peor es que muchos españoles probablemente tendríamos que medicarnos para superar la depresión. Que el Gran Arquitecto nos proteja.

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