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Guillermo Domínguez

Blatterato

A la FIFA le interesa que Cristiano Ronaldo esté en la siguiente ronda del campeonato. Pero Portugal no es sólo Cristiano y 22 más, si bien es cierto que de la inspiración del madridista puede depender el futuro de su selección en el torneo.

Este 27-J, segunda jornada de los octavos de final del Mundial, pasará a la historia por los errores garrafales de los árbitros Jorge Larrionda y Roberto Rosetti: mientras el primero, de nacionalidad uruguaya, no dio un gol legal a Frank Lampard en el Alemania-Inglaterra que hubiera supuesto el empate a dos, el italiano se tragó un fuera de juego flagrante de Carlos Tévez en el tanto que permitió a Argentina tomar ventaja en el marcador frente a México. La gran mayoría de aficionados al fútbol, entre los que me incluyo, puede pensar que Larrionda y Rosetti han estado nefastos. Pero otra visión de los hechos es que los dos colegiados han estado fantásticos, pues han cumplido a rajatabla los deseos (no quiero aventurarme a escribir "las órdenes") de un Joseph Blatter que, a buen seguro, se estará frotando las manos viendo cómo los equipos grandes van avanzando rondas. La FIFA, claro está, no hace comentarios sobre los árbitros. "Dinerito para la buchaca", estará pensando el preboste suizo. En cualquier caso, tampoco podemos ponernos vendas en los ojos y negar que los triunfos de germanos y argentinos han sido incontestables, ayudas arbitrales al margen.

Con estos antecedentes, voy tomando nota de cara al partido que la selección española jugará este martes contra Portugal. Me huele a encerrona en el estadio Green Point de Ciudad del Cabo. Me da en la nariz que el argentino Héctor Baldassi hará todo cuanto esté en su mano para que la seleçao das Quinas juegue el 3 de julio en el Ellis Park de Johannesburgo contra Paraguay o Japón. Lo cierto es que La Coneja, como también se conoce a Baldassi, ya le hizo una jugarreta a España hace unos meses: el 5 octubre de 2009, durante el duelo de octavos de final del Mundial sub’20 contra Italia, expulsó injustamente a Alberto Botía y dejó al equipo de Luis Milla con diez durante más de una hora de un partido en el que los azzurrini se impusieron por 3-1.

Por mucho que España sea campeona de Europa –seguiremos dando la matraca al menos durante dos años más– y por muy bien que juegue –no en este Mundial, de momento–, a la FIFA seguro que le interesa que Cristiano Ronaldo esté en la siguiente ronda del campeonato. Pero Portugal no es sólo Cristiano y 22 más, si bien es cierto que de la inspiración del crack madridista puede depender el futuro de su selección en el torneo. Si por algo destaca también el conjunto luso es por la solidez de su defensa (Bruno Alves, Pepe, Carvalho, la revelación Coentrao...) o la irrefutable calidad en la creación del juego ofensivo, con Raúl Meireles, Tiago, Simao y el propio CR7, entre otros, además de haber encontrado en Eduardo a todo un seguro bajo palos. El del Sporting de Braga es, hasta ahora, el único portero imbatido en este Mundial.

Pero no todo son louvores (alabanzas) a la selección portuguesa, que también tiene lo suyo. El auténtico talón de Aquiles está en su propio seleccionador. Carlos Queiroz, un técnico con unas pájaras monumentales, no ha sabido dotar al equipo de la competitividad que sí le dio su antecesor en el cargo, Luiz Felipe Scolari, al llevarla a semifinales del Mundial de Alemania 2006. El técnico nacido en Mozambique, ex colonia portuguesa, ha sido incapaz de explotar las cualidades de Cristiano, que tanto ha brillado en el Manchester y el Real Madrid pero incapaz de deslumbrar con Portugal. Ojalá no se rompa la racha el martes...

Yo, de momento, sigo dándole vueltas al asunto de los colegiados y recelando de Baldassi. Ya vivimos en nuestras carnes el pasado viernes la permisividad de Draculín Rodríguez cuando los chilenos cosieron a patadas a Villa o Xabi Alonso, y tardó una barbaridad en mandar a la ducha al carnicero Marco Estrada. Yo me mantengo en mis trece y me pongo en la peor parte. Ya lo escribió el poeta Alexander Pope en el siglo XVIII: "Bienaventurado el que nada espera, porque nunca sufrirá desengaños".
 

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