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Gabriel Calzada

El legado europeo de Zapatero

Por aquel entonces ya había quedado claro para todos los europeos que Zapatero era algo así como la antítesis del Rey Midas: todo lo que tocaba perdía valor.

La presidencia española llegó a su fin. El semestre que se presentaba como un balón de oxígeno para Zapatero y su agonizante Gobierno ha terminado siendo motivo de asfixia continua. El presidente español, que había soñado con la gloria del Olimpo europeo, ha cosechado duras críticas por su pésima gestión durante estos seis meses por parte de gran parte de la prensa europea.

La debacle comenzó antes de la presidencia. La presentación de los objetivos del Gobierno español ya merecieron duras críticas por parte de un buen número de mandatarios. Zapatero se había propuesto dictar la fórmula de la salida europea de la crisis. Su receta consistía en la aplicación del keynesianismo más rancio a euroescala y en el buenismo político combinado con el negacionismo económico que con tanto éxito ha practicado en España. Traducido al román paladino, su idea era glorificar las políticas de gasto público como solución a la crisis económica, fomentar políticas asociales y negar cualquier recaída económica. Además, pretendía exportar a toda Europa el intervencionismo energético que ha aplicado en nuestro país con desastrosas consecuencias.

Ya entonces algunos dirigentes extranjeros y medios de comunicación de gran prestigio como The Economist o Financial Times sugirieron a Zapatero que mejor buscara objetivos más modestos para la Unión y dedicara más tiempo y empeño a la resolución de la gran crisis española. Pero como para Zapatero la recuperación española era "inminente" no había motivo para escuchar aquellos consejos.

El encuentro con la realidad ha sido duro para nuestro presidente. Primero vino la crisis griega, un desastre financiero que el propio gobierno socialista griego no dudó en atribuir a un exceso de Estado; demasiado tamaño, demasiadas atribuciones y demasiado despilfarrador. Zapatero culpó a los especuladores y sacó pecho afirmando que España rescataría a Grecia junto con los países más sanos de Europa. Luego llegó el plantón de Obama, que ignoró la invitación de Zapatero para participar en su gran evento del año. Poco más tarde hizo acto de presencia el descalabro financiero español y el Ejecutivo no supo reaccionar inicialmente de otra forma que como lo hacen las mafias de las películas: amenazando con la cárcel a los inversores que huían de su política manirrota. Por aquel entonces ya había quedado claro para todos los europeos que Zapatero era algo así como la antítesis del Rey Midas: todo lo que tocaba perdía valor.

La crisis de la deuda de España y los otros PIGS que le acompañaban en su caída por el despeñadero del gasto público se ha transformado en la crisis de la deuda soberana europea. El día 7 de mayo España estuvo al borde del colapso. Desde entonces estamos siendo rescatados por el Banco Central Europeo, que financia el gasto de Zapatero a través de la banca. Nuestros socios en el euro y nuestros acreedores se han hartado y han dejado de reírle las gracias a nuestro presidente. Por eso le llaman insistentemente para exigirle recortes del gasto público y estabilidad presupuestaria. Tienen miedo de perder todo lo que le han prestado a nuestro país o de que el euro se hunda por la irresponsabilidad presupuestaria del gobierno zapateril. El caos económico y político es el legado europeo de Zapatero. Europa le recordará por mucho tiempo.

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