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Manuel Suárez-Mier

Legalizar la marihuana

Se trata de determinar si legalizar las drogas en nuestro país llevaría a la desaparición de los letales narcos, como sugiere el análisis económico liberal, o si, por el contrario, los forajidos mantendrían el control, ahora legal, del tráfico de drogas.

Acaba de publicar la Corporación Rand un ensayo titulado Estado perturbado: Evaluando cómo podría la legalización de la marihuana en California afectar a su consumo y a los presupuestos públicos en el que se analizan con detenimiento las consecuencias de la eventual legalización de la hierba en ese estado.

Resulta muy oportuno estudiar este asunto ahora, cuando la opinión empieza a dudar de que la guerra contra las drogas en la forma en que se viene librando conduzca al fin del narcotráfico y de las bandas de maleantes que lo realizan.

A este escepticismo sobre el combate contra los cárteles, se suma ahora la grave situación presupuestaria en la que se encuentran muchos gobiernos estatales en Estados Unidos, sobre todo el mayor de ellos, California, que está a un paso de la quiebra y ha recurrido ya a suspensiones de pagos esporádicas en los últimos meses.

California, cuyo PIB es de más del doble del que tiene México –medido a precios y al tipo de cambio corrientes– siempre se ha caracterizado por imponer modas que suelen ser seguidas por el resto de del mundo, por lo que es un laboratorio interesante para ver cuán lejos se puede llegar para eliminar esta prohibición.

Las autoridades californianas han calculado que un impuesto de 50 dólares por onza (28,35 gramos) de marihuana generaría ingresos tributarios de 1.400 millones de dólares, lo que permitiría abatir el déficit en un 75% de su actual nivel y evitaría así cortes draconianos en su gasto público.

El diputado estatal Tom Ammiano, (Demócrata de San Francisco) presentó un proyecto de ley por el que los californianos podrían votar en las elecciones de noviembre próximo para legalizar la cosecha y venta de marihuana, regularla y cobrar impuestos en forma similar a las bebidas alcohólicas.

De hecho, ya ocurrió una cuasi legalización de la marihuana en ese y otros 13 estados, pues desde los albores de la administración de Barack Obama hace 18 meses, el Departamento de Justicia anunció que se abstendría de aplicar la ley federal que prohíbe su comercialización "para fines medicinales".

Está por verse si la propuesta legalización de la droga será aprobada por los votantes californianos, pues ya se ha desatado una feroz campaña en contra por los diversos grupos que se oponen a flexibilizar las leyes en materia de drogas.

De acuerdo con sus encuestas, hoy en día más del 50% de los votantes se opone a la legalización propuesta, pero no será sino en los meses próximos, al confrontarse proponentes y opositores con todos sus recursos publicitarios en juego, cuando el abundante segmento de dubitativos tendrá que tomar su decisión.

Lo realmente interesante de todo esto son sus implicaciones para México, pues es bien sabido que a pesar del extraordinario crecimiento que ha tenido la producción de marihuana en EEUU, sobre todo en California, se trata de un producto que sigue siendo muy rentable para los cárteles mexicanos.

El estudio de la Rand indica que legalizar y gravar la marihuana en California no elimina el incentivo para que siga el contrabando desde México, pues con el impuesto propuesto de 50 dólares por libra de marihuana legal, seguirá siendo más barato para el consumidor comprar la droga importada ilícitamente.

En este caso, la recaudación del tributo sobre la marihuana se desplomaría, como ha sucedido en todos los sitios que han adoptado impuestos excesivos para el consumo de tabaco o bebidas alcohólicas, en los que invariablemente surge un enorme mercado negro para evadir el pago de los gravámenes.

La cuestión es si México, aprovechando el debate sobre qué hacer con la marihuana en EEUU, debe considerar la conveniencia de legalizar la producción y tránsito de drogas como el medio idóneo para eliminar al letal narcotráfico, cuyo combate ha costado tan caro en vidas y caudales.

Se trata de determinar si legalizar las drogas en nuestro país llevaría a la desaparición de los letales narcos, como sugiere el análisis económico liberal, o si, por el contrario, los forajidos mantendrían el control, ahora legal, del tráfico de drogas, como han sugerido algunos "expertos" extranjeros.

Para atender a estas peliagudas cuestiones, hay que emprender análisis y debates bien informados en nuestro país, aprovechando lo que ocurre en California, la actitud más flexible del gobierno de Obama en la materia y el hartazgo de la sociedad mexicana ante la violencia de los narco.

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