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Amando de Miguel

Hablar es exagerar

Algo extraordinario es "el colmo". Un grado más se consigue con "el colmo de los colmos" o bien, como retruécano, "el colmo de la colmena".

Hablamos para describir y comunicarnos, pero también para expresar nuestros sentimientos, para llamar la atención, entre otras funciones. Por tanto, el habla es también exageración, hipérbole, desmesura y, por tanto, mentira. Pero, como todos hablamos del mismo modo, a nadie engañamos.

No nos basta con decir al interlocutor que algo es evidente, sino que a veces se muestra "más que evidente", una medida difícil de comprender. Fuera de Dios y de algún concepto matemático, casi nada es absoluto. Sin embargo, lo de "absolutamente" se dice a troche y moche. Ahora se estila lo de la "absoluta unanimidad", como si la unanimidad pudiera ser relativa o parcial. Del mismo modo, en la jerga política se apela al "consenso absoluto". Claro que la "mayoría absoluta" es solo la mitad más uno de los votos.

La hipérbole se consigue muy bien con los superlativos. Así, no impresiona mucho lo de decir que algo es "bueno" o está "bien". Para impresionar un poco hay que decir "buenísimo". No confundir con "buenismo". A veces, el efecto superlativo se consigue con la repetición ("lo mejor de lo mejor") o, paradójicamente, con la expresión "pedazo de". Un "pedazo de barco" no es un humilde bote sino un yate de lujo. Para indicar que algo es lo mejor de lo mejor ahora se dice "lo más plus", que ya es cursilería. Todavía es más vulgar decir "lo más mejor". Lo de "plus" ha perdido mucho. Por ejemplo, el "diesel plus" es el combustible más barato de la gasolinera.

Algo extraordinario es "el colmo". Un grado más se consigue con "el colmo de los colmos" o bien, como retruécano, "el colmo de la colmena".

Los prefijos "súper" o "extra" pueden acompañar a cualquier adjetivo para realzar su valor comercial. "Superbién" parece del lenguaje infantil, pero resulta simpático. No basta con ser "estrella" (un astro con luz propia) sino "superestrella". El aceite óptimo o más caro es el "extra virgen". Paradójicamente, un "extra" en el cine es un personaje innominado, de relleno, que no habla.

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