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Amando de Miguel

Política y palabras, voceros y vocingleros

Fercar se pregunta si no sería conveniente reformar las leyes para que España se convirtiera en un Estado federal. Tengo mis dudas de que eso arreglara el problema nacionalista.

Ramón Horrach Aguilar se pregunta por qué se utiliza tanto la palabra "fascista", y no la de "nazi", cuando la "bestia negra europea por antonomasia fue Hitler" y no tanto los fascistas de Mussolini. Mi impresión es que, en la parla corriente, ambos términos se utilizan como dicterios, como equivalentes del pensamiento o de la política de carácter totalitario. En cambio, no se suele utilizar "comunista" o "castrista" con esa misma intención denostadora, cuando son igualmente fenómenos totalitarios. Lo más curioso es que los simpatizantes de un cierto tirón totalitario puedan autocalificarse de "progresistas" o incluso de "liberales" como encomios. En cambio, son tildados de "fascistas" o "fachas" los partidarios de la libertad. El mundo al revés. Ya se sabe, el lenguaje se utiliza también para confundir. Me remito a mi libro  Memorias y desahogos (a punto de aparecer), donde me explayo sobre la paradoja dicha. Añado que lo de "facha" quizá venga de "fachendoso" (= ostentoso, de mal gusto), una voz muy anterior al fascismo.

José Ángel Iturriaga y Urbistondo observa que, durante las celebraciones del último mundial de fútbol, se veían muchas banderas de España pero ninguna republicana. Es cierto y no deja de ser curioso. ¿Por qué, entonces, las banderas republicanas que se muestran en las manifestaciones de la izquierda? Franco se alzó en 1936 con la bandera republicana y terminó su primer manifiesto con el grito de "libertad, igualdad y fraternidad".

A propósito de la llamada violencia de género (=contra la mujer), Antonio Guerrero Moya opina que el problema político está en que los diputados y gobernantes, al ser elegidos, se sienten falsamente seguros. En 2003 aprobaron (por unanimidad del Congreso) la Ley de Violencia de Género. Su propósito era "erradicar" la violencia extraordinaria contra las mujeres en el círculo doméstico. No lo han conseguido. La opinión de don Antonio es que debían rectificar y apoyarse en el conocimiento. No harán tal cosa. Una vez más, me permito aconsejar la lectura de mi último libro Memorias y desahogos (editorial INFOVA), donde se recoge alguna historia vivida sobre la censura referida a ese particular.

Fercar se pregunta si no sería conveniente reformar las leyes para que España se convirtiera en un Estado federal. Tengo mis dudas de que eso arreglara el problema nacionalista. El Estado federal supondría que todos los Estados de la federación fueran iguales. El problema está en que Cataluña, el País Vasco y Navarra (entre otros) quieren tener más competencias o privilegios que los demás. Por otro lado, el federalismo en España derivaría pronto en cantonalismo, esto es, un desastre.

Mi primo Pepe Escuder me llama la atención sobre el controvertido asunto de los controladores aéreos. Se trata de una cortina de humo para desviar la atención de lo fundamental: lo grave es que AENA pierde dinero a manta. Esa ingente deuda proviene de que se han hecho aeropuertos no rentables, cuyas obras han beneficiado a empresas afines al Gobierno. El problema puede desembocar en que algunos aeropuertos más rentables pasen a manos de los ingleses. Esa es la opinión más fundada de don José. Habrá que ponerse a investigar sobre un asunto tan escandaloso. Desde luego, es extraño que una empresa como AENA, un monopolio en el primer país turístico del mundo, pierda dinero a raudales.

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