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Julio Pomés

ZP y disolución de ETA

La única política sensata para hacer desaparecer la banda terrorista es que la policía mantenga una guerra sin cuartel contra ETA. Cualquier propuesta de paz de los etarras es un absoluto engaño.

¿Qué está dispuesto Zapatero a conceder a ETA para lograr un acuerdo de paz antes de las elecciones? Esta pregunta se la han hecho todos los analistas políticos al ver que los etarras han movido ficha. ZP ha errado tanto en lo importante en la actual legislatura, que necesita angustiosamente un éxito espectacular antes de los comicios de mayo. A ZP apenas le ayuda que ETA vaya desapareciendo poco a poco por el acoso policial. Lo que necesita este ilusionista es un golpe de efecto que le ayude a recuperar el liderazgo.

Hay dos hechos a tener en cuenta a la hora de fijar la estrategia. El primero es el debilitamiento de ETA tras las 124 detenciones de etarras en 2009, de 68 en lo que va de año y de haber sido descabezada dos veces la organización criminal en los últimos meses. La segunda circunstancia es la presión que Zapatero puede hacer a los terroristas por tener en su mano la vuelta de Batasuna, el brazo político de ETA, a las instituciones. Batasuna necesita ocupar cargos públicos para tener dinero e influencia. Hace mucho frío fuera y hay que comer y recuperar el prestigio que da el poder. Batasuna podría presionar a ETA a aceptar algún compromiso con fuerza mediática con el fin de volver a ser legalizada.

Permitir que Batasuna acceda a las urnas sería un paso atrás, porque representaría darle oxígeno a una organización que se está asfixiando. Zapatero no puede jugar con el futuro de España por intereses electorales. Su obligación es no permitir el acceso a los amigos de ETA a las instituciones, porque la banda terrorista se fortalece con batasunos en los cargos públicos.

La única política sensata para hacer desaparecer la banda terrorista es que la policía mantenga una guerra sin cuartel contra ETA. Cualquier propuesta de paz de los etarras es un absoluto engaño. ETA no es una organización monolítica y los más violentos no van a obedecer al último interino en la dirección de la banda criminal. Fue penoso que en la tregua anterior se relajara la lucha policial diez meses, período que ETA aprovechó para preparar su siguiente atentado en la T-4 de Barajas en el que fueron asesinados dos ecuatorianos. Pactar con los miembros menos violentos de ETA tan sólo garantiza la reacción de los más sanguinarios para demostrar que siguen activos.

Zapatero sabe que el tirón electoral de conseguir, al menos mediáticamente, el final de ETA sería colosal. Todo el mundo está harto de una historia tan larga como sangrienta. ZP sacaría de su chistera el ‘conejo de la paz’, haría coincidir las elecciones autonómicas con las generales y lograría, tanto unos resultados regionales mejores, como continuar en La Moncloa con apoyos nacionalistas.

El paso a tercer grado de varios etarras arrepentidos de la prisión alavesa de Nanclares de Oca sugiere que ZP está propiciando ese "acuerdo de paz trampa" con la sección 'moderada' de ETA. Si ZP acepta el chantaje de legalizar Batasuna para tener un éxito que le facilite volver a La Moncloa, ETA recuperaría su capacidad de matar y habríamos perdido todo lo conseguido con el abnegado esfuerzo policial. La democracia no puede tratar con ETA, pues hacerlo es terrorismo de Estado.

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