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Alberto Acereda

¿Hillary Clinton en 2012?

Derrotar al presidente desde el propio partido resulta muy complicado e históricamente ha producido más fracasos que éxitos. Pero la coyuntura creada por Obama es especial y el desánimo interno entre los demócratas e "independientes" es palpable.

Tras la publicación hace dos semanas de otra columna mía en LD sobre las elecciones intermedias de noviembre, varios lectores me fueron escribiendo para preguntarme sobre el significado de esa sombra alargada de Hillary Clinton, con la que cerraba yo dicha columna y en el marco de los escenarios presidenciales de 2012. Lo de Hillary no iba en broma y, aunque parece improbable, vale la pena explicar aquí algunas cosas, sobre todo para estar preparados ante los distintos frentes que se irán abriendo electoralmente.

Vaya por delante que, según es la costumbre electoral en Estados Unidos, lo normal es que Barack Obama sea el candidato del Partido Demócrata a la presidencia en 2012. Por muy mal que le vayan las cosas a Obama, la costumbre es que el presidente "reinante" (con Obama, dicho adjetivo nunca está mejor dicho) opte a un segundo mandato y sea apoyado por su partido. Y aun así, recordando las primarias demócratas previas a noviembre de 2008, no puede olvidarse la dura pugna dada por Hillary Clinton para dicha nominación.

Al final, la Clinton cedió a la realidad del marketing de Obama, al mito de su negritud y la consiguiente oportunidad de la progresía simplona de votar por él y creer estar purificando sus culpas en una suerte de orgía mística desbancadora de presidentes blancos. Puestos a segmentar la sociedad en etnias, muchos olvidaron que Hillary era mujer... pero a lo visto pudo más la magia obamita. La fuerza de Obama se hizo sentir y los Clinton sucumbieron al teleprompter y a las amistades de Chicago.

Hillary tuvo un pequeño premio: ser ministra de asuntos exteriores ("Secretary of State"). Con el despiste general del principiante Obama, Hillary ha sabido sacar partido de ese cargo y poner ante el público una cara agradable de mujer de estado. En lugar de presentarse como reacia a Obama, Hillary aparece ahora ante los norteamericanos no ya como la supuesta traidora del actual presidente, sino como la mujer capaz de sacrificar su carrera por el bien del país...

La Clinton ha dicho poco de política interior: al inicio no dijo nada de la fallida economía, nada de los rescates financieros, nada de la política inmigratoria, nada del déficit público y sorprendentemente nada de la reforma sanitaria, que fue su sueño y su infierno en 1993. Pero su figura aparece siempre ahí en fotos oportunistas, como maestra de ceremonias entre palestinos e israelitas, entre Abbas y Netanyahu y como la sufrida estadista que velaba por Estados Unidos mientras el presidente Obama estaba de vacaciones jugando al golf. Hace unos días, la Clinton ya lanzó unas declaraciones en el Council for Foreign Relations donde criticó duramente el estado de la economía, en un paso que se intuye puede ser el primero hacia su carrera presidencial.

Quienes conocen bien a Hillary están convencidos de que ésta –por vía de los medios que su carrera política y la de su esposo le ofrecen– acabará retando a Obama en las elecciones presidenciales de 2012. Hillary lo ha negado pero quienes la han tratado afirman que su obsesión es alcanzar la presidencia. Para Hillary, 2016 resulta ya demasiado lejos y no digamos 2020... Pero su posible intento presidencial choca contra los fallidos intentos de otros políticos que buscaron lo mismo. Ted Kennedy falló al querer desbancar a Jimmy Carter en los años setenta y ningún presidente electo ha sido sustituido para un segundo mandato sin su voluntad, excepto en el caso del presidente Franklin Pierce a mediados del siglo XIX.

Con todo, ya ha salido William DeJean, un adinerado dentista de la ciudad de Chicago –la cuna política de Obama–, apoyando la candidatura de Hillary en un vídeo que habla por sí solo y que se ha visto en las televisiones de las principales capitales norteamericanas. En los pasillos de Washington, los rumores no se han hecho esperar. Hillary niega su interés, pese a que hay ya varias organizaciones y sitios en la web apoyando su candidatura. Otros hablan de que será la vicepresidenta de Obama en 2012. Quizá no sea ni lo uno ni lo otro pero la incertidumbre está ahí.

De lo que no cabe duda es de que con el cambio de paisaje político tras las elecciones intermedias de 2010, y con el creciente deterioro de la situación económica por obra y gracia del divino Obama, la caída de la opinión pública a favor del actual presidente es dramática. A menos que las cosas cambien, que no parece, la Clinton tendría así la oportunidad de retar y derrotar a Obama en las primarias y alcanzar su sueño presidencial en 2012. Para eso hace falta, primero, que derrote a Obama y, segundo, al candidato republicano. Y también, que derrote a otros posibles candidatos demócratas como Evan Bayh... que para algo dejaron su escaño en el Senado.

Por muy mal que estén las cosas, sin embargo, derrotar al presidente desde el propio partido resulta muy complicado e históricamente ha producido más fracasos que éxitos. Pero la coyuntura creada por Obama es especial y el desánimo interno entre los demócratas e "independientes" es palpable. La Clinton tiene los contactos, el poder y los apoyos para mover otra vez tal maquinaria. Si decide lanzarse, deberá primero dimitir de su cargo esta primavera... Estratégicamente, la nominación de Hillary dejaría a los republicanos sin muchos de los argumentos que ahora tienen contra Obama y eso, visto lo visto, es una baza que Hillary tendría a su favor. De ahí que sea tan importante para la derecha norteamericana plantearse todos los escenarios posibles y las respuestas a cada uno de ellos. A fin de cuentas, la carrera presidencial empieza el 3 de noviembre, el día después de las intermedias.

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