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EDITORIAL

Falsear las cuentas para seguir arruinándonos

Dado que por prejuicios ideológicos no se quiere recortar el gasto, se opta por anunciar que los ingresos serán mucho mayores de lo que bajo cualquier prisma puede pensarse que van a serlo.

La ley de los Presupuestos Generales del Estado nació como una manera de limitar el poder y la discrecionalidad política. Se trata de un documento que establece las líneas maestras del gasto público a las que tiene que someterse el Ejecutivo durante un determinado ejercicio.

En España desde hace años, pero especialmente en esta última legislatura, los Presupuestos se han convertido en una representación teatral más de nuestros políticos. Son un trámite parlamentario que una vez superado da manos libres al Gobierno para que haga y deshaga a su placer. En ningún momento se espera que se cumplan, pues ya desde el comienzo se diseñan para ser incumplidos.

Previsiones macroeconómicas absurdas tras previsiones macroeconómicas absurdas, llevamos cuatro años en los que el Gobierno ha inflado de manera descabellada sus pronósticos de ingresos fiscales y sobre esa base de irrealidad ha aprobado cuantiosos despilfarros que no podíamos permitirnos bajo ningún criterio.

De aquellos lodos de falsedad hemos acumulado unos polvos cercanos a 200.000 millones de euros en nuevo endeudamiento. Dado que por prejuicios ideológicos no se quería recortar el gasto, se optó por anunciar que los ingresos iban a ser mucho mayores de lo que bajo cualquier prisma podía pensarse que iban a serlo.

El resultado de estas reiteradas mentiras ya lo estamos empezando a sufrir: si este año hemos padecido incrementos en los impuestos especiales, en la tributación del ahorro y en el IVA, para 2011 ya nos han anunciado recortes en algunas de las deducciones más importantes para las clases medias –como la de la vivienda– y aumentos en los tipos marginales del IRPF que afectan con especial intensidad a los trabajadores cualificados y, por tanto, a nuestro capital humano. Y, probablemente, esto sea sólo el principio, porque las estimaciones más optimistas ­­–las del Gobierno– consideran que cerraremos 2011 con un déficit presupuestario de 60.000 millones de euros, lo que equivale aproximadamente a toda la recaudación anual por IRPF. Así pues, parece que las nuevas subidas de impuestos, más allá de las ya anunciadas, son inevitables bajo este Ejecutivo manirroto.

Pero lo peor de todo es que seguimos repitiendo ese ejercicio de autoengaño que tan caro nos ha sido: inflar ingresos para no tener que recortar despilfarros. El Gobierno asume que en 2011 creceremos un 1,3%, más del doble que la siguiente previsión más optimista de todos analistas. Siendo así, los ingresos serán de nuevo mucho menores de lo presupuestado y el déficit, en consecuencia, muy superior a esos 60.000 millones.

Las mentiras de Zapatero y Salgado de hoy son nuestros impuestos de mañana. El momento para pararles los pies debería ser ahora y no más adelante cuando el daño ya esté hecho (es decir, cuando la deuda pública ya esté emitida). Pero el PSOE ya se ha encargado de comprar el necesario apoyo del PNV para sacar adelante estos falseados Presupuestos.

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