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Pedro de Tena

Ruego a José Antonio Griñán

Confiese por fin alguien que esto más que ejercicio de la democracia es una manera, tal vez legal y ahí existen peligrosos antecedentes, de poseerla, de penetrarla y, en el futuro, de terminar con ella desde dentro.

Estimado señor Griñán, apenas nos hemos visto algunas veces. Una vez en Córdoba, con motivo de un Consejo Europeo de Ministros de Trabajo cuando usted lo era y otras dos o tres veces en el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, cuando usted ya no era el titular. Sé por experiencia propia y por lo que dicen sus allegados que se comporta usted exhibiendo, ante quien lo quiera creer porque otros piensan que es mera consecuencia de una soberbia irrefrenable, una personalidad profesional y rigurosa, dominadora de datos y de razonamientos estadísticos, amiga de la precisión y despreciador de la demagogia barata. Lamentablemente, ha heredado usted un partido y una presidencia de la Junta donde lo que ha predominado hasta el momento, como bien sabe, es lo contrario. Y lamentablemente, si aquella del rigor es realmente su personalidad, la política sectaria de su partido se ha entrometido en su alma hasta un punto en que no distingue ya qué es realidad y qué propaganda. Lo de las "pelonas" y los homosexuales de la ley de Vagos es la gota que colma el vaso.

Pero he aquí que usted tiene la oportunidad de enmendar buena parte del mal que se ha hecho a esta tierra que es ya la suya.

Sea riguroso y cuente usted la verdad sobre la situación andaluza después de casi 30 años de gestión del PSOE y diga si en alguna parte del mundo hay una región que haya recibido tantos millones de diversos fondos, nacionales y europeos además de los fondos fiscales de su propio pueblo, y cuyo desarrollo se haya convertido en aquella piedra de Sísifo que apenas llegaba a alguna cumbre volvía a rodar de nuevo desde la base de la montaña. Hemos vuelto al 30 por ciento de paro que conoció usted de ministro (Andalucía llegó entonces hasta el 33%). Sea riguroso y diga a los ciudadanos andaluces cuál es la inmensa responsabilidad de su partido en este atraso por una gestión infame y un ejercicio de poder más bien próximo a satrapías de otros tiempos que a una democracia liberal moderna.

Sea usted valiente y confiese abiertamente por qué su partido no pierde las elecciones y no repita esa cantinela de que "somos elegidos democráticamente". Asuma que la regla de oro de la democracia, la alternancia política, que se incumple en Andalucía desde hace 30 años en la Junta de Andalucía, en casi todas las diputaciones y en un 60 por ciento de los municipios, no es sólo fruto de la libre elección de los ciudadanos. Exponga públicamente cómo su partido, el PSOE, ha ido ocupando todas las parcelas del poder económico, social y cultural –y ha querido incluso suplantar al poder moral–, de modo que fuera de su partido el frío era tan intenso que podía uno morir.

Le pondré un ejemplo bien sencillo. Decía usted en una entrevista periodística que cuando llegó usted a la Junta en 1982 eran bien pocos los funcionarios y el personal que allí había y que cuando se fue eran más de 20.000. Si no hubo oposiciones que puedan considerarse seriamente como tales entre 1979 y 1990, más tarde de cuando usted dejó la Junta, ¿cómo entraron estas personas a trabajar en la Junta? Y luego cuente cómo se produjo la ocupación socialista de las cajas de ahorros, de la prensa, la radio y las televisiones, sobre todo Canal Sur, de las empresas públicas, de la economía social, de la educación, de la sanidad... Confiese por fin alguien que esto más que ejercicio de la democracia es una manera, tal vez legal y ahí existen peligrosos antecedentes, de poseerla, de penetrarla y, en el futuro, de terminar con ella desde dentro.

Sea usted generoso consigo mismo y con su familia y cuente a los socialistas andaluces que ni sus padres eran monstruos, ni sus tíos ni nadie de su familia, franquista toda ella. Nadie elige la familia aunque algunos no parezcan saberlo. Contribuya usted a la concordia nacional y andaluza desmintiendo a quienes presentan a los adversarios como demonios del mal y no haga como Manuel Chaves, de familia tan franquista como la suya o más, que engañaba a la gente haciéndoles creer que procedía, más o menos, de una familia que había sufrido mucho bajo el franquismo. Ayude al sentido común, a la cordura y al entendimiento. Pídale ayuda a todos los que en su partido proceden de familias que fueron franquistas, que son muchos, más que muchos, y haga pedagogía moral con sus partidarios. La derecha, el centro, los liberales, neos o veteros, los democristianos y demás partidarios de una sociedad abierta ni son monstruos, ni son egoístas, ni quieren la explotación de nadie ni fusilaron más que nadie en la Guerra Civil porque en aquella guerra mataron todos y de mala manera. Ni siquiera todos los falangistas, carlistas y demás columnas del primer franquismo fueron criminales abyectos y asesinos, como no lo fueron tampoco todos los socialistas, comunistas, anarquistas o trotskistas del POUM.

Desde luego que podrá perder las elecciones si hace lo que le ruego, pero la historia de Andalucía y de España le tendrían reservado un lugar de honor, el lugar de un alma grande y la historia de su partido, un referente moral a la altura de Besteiro. Recuerde aquello de Ortega en su análisis sobre Mirabeau y la política: "El magnánimo es un hombre que tiene misión creadora: vivir y ser es para él hacer grandes cosas, producir obras de gran calibre. El pusilánime, en cambio, carece de misión; vivir es para él simplemente existir él, conservarse, andar entre las cosas que están ya ahí, hechas por otros...".

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