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Guillermo Dupuy

La ofrenda de ZP a los caídos por España

Vaya por delante que yo no abuchearía a Zapatero durante una ofrenda a los caídos por España; entre otras cosas porque tendría que recuperarme so pena de quedarme afónico y no poder seguir haciéndolo ya una vez pasado tan litúrgico trance.

Vaya por delante que yo no abuchearía a Zapatero durante una ofrenda a los caídos por España o en el momento de escuchar el himno nacional. Entre otras cosas porque tendría que recuperarme so pena de quedarme afónico y no poder seguir haciéndolo ya una vez pasados tan litúrgicos trances. Pero, sobre todo, porque considero que en esos solemnes momentos, el respeto a los españoles, tanto a los vivos como a los caídos, que quiero expresar con mis pitidos y abucheos al más incompetente y felón presidente de Gobierno de nuestra historia, debe tornarse en un profundo silencio.

Nada más lejos de mi intención, por tanto, que reprochar nada a los que no han distinguido los momentos para hacer una cosa y otra; entre otros motivos porque me consta que muchísimos de ellos desconocían lo que estaba sucediendo en el momento en el que inoportunamente pitaban. Y es que Defensa ha alejado tanto al público de la ceremonia que la ha hecho, en la práctica, invisible.

Por el contrario, lo que quiero denunciar en este artículo es la falta de respeto a los caídos por España que ha vuelto a mostrar Zapatero al pretender utilizarlos como parapeto frente a una más que merecida protesta contra él. Vamos, como si quienes silbaban a destiempo en esos momentos lo hicieran contra el himno nacional y contra quienes han dado su vida por lo que Zapatero llamó "concepto discutido y discutible". El inmenso caradura que nos gobierna los debe confundir con sus separatistas socios de Gobierno.

No es esta, sin embargo, la última muestra de desprecio a los españoles y a sus libertades que nos ha brindado quien, en su día, no tuvo empacho en prometer a ETA que "todo tendrá cabida, tenga el alcance que tenga" por "una tregua cuanto antes". Me refiero al nuevo y clamoroso abandono que Zapatero ha inflingido a nuestra administración de Justicia en sus vanos intentos de que el etarra Cubillas sea juzgado, ya sea en Venezuela, ya sea en España. Este jueves, el caudillo venezolano, en una nueva muestra de su protección a los terroristas, ha calificado este lógico y elemental requerimiento judicial como "una necedad a la que hay que hacer oídos sordos", al tiempo que la ha atribuido a una "conspiración internacional" orquestada principalmente por la "extrema derecha española". Eso, mientras su disciplinada televisión estatal calificaba a los terroristas de "refugiados vascos" y reiteraba las calumnias de su embajador en las que se acusaba a la guardia civil de practicar torturas.

¿Y cuál ha sido la reacción de nuestro presidente de Gobierno? Ninguna. El único que ha salido a la palestra ha sido el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, pero no para defender a nuestras instituciones judiciales o a nuestra policía, sino para pedirnos "no polemizar en exceso con Venezuela".

Este es el respeto y la ofrenda a los caídos por España, especialmente a manos de la ETA, del presidente y de su Gobierno. Vamos, como para no abuchearlo.

En España

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