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Jaime de Piniés

Proteccionismo al alza y un pagano principal

Los países más perjudicados por la guerra comercial entre China y los EEUU son países como España, partícipes de esa dura política monetaria europea, pero que localmente se hace sentir con una mayor severidad.

La debilidad económica que atraviesa la economía estadounidense, unido a la negativa de los países emergentes, China en particular, para cambiar su patrón de crecimiento basado en la demanda externa (exportaciones) y pasar a uno centrado en la demanda interna (consumo e inversión) está llevando a la economía mundial a una situación insostenible. China con su enorme superávit por cuenta corriente, aproximadamente el 5% de su PIB, no está dispuesta a revalorizar su divisa nacional, el renminbi (por cierto, el yuan es una de las unidades del renminbi) al ritmo requerido para cerrar dicho desequilibrio en pocos años. Para ello, los analistas reclaman una apreciación de la divisa China del orden del 40%, algo a lo que las autoridades chinas están frontalmente opuestas.

Por su parte los Estados Unidos, en medio de una atonía económica que parece haber estancado la tasa de paro en el 10%, sigue manifestando un enorme déficit por cuenta corriente del orden del 3% de su PIB, y, lógicamente, está consternada de que su escasa demanda interior se gaste a favor de puestos de trabajo en países emergentes, y, concretamente, en China. La respuesta de la FED de Bernanke ha sido la de monetizar la deuda pública americana, inundando el mercado con dinero. Esta acción sienta las bases para una inflación en el futuro e intenta provocar una devaluación del dólar y con ello retener en casa toda la demanda interna posible. Tarea por otra parte imposible si el objetivo fuera únicamente doblegar el superávit chino, ya que las autoridades asiáticas son perfectamente capaces de esterilizar el efecto sobre su divisa mediante la compra de dólares y bonos del Tesoro americano.

Sin embargo, la historia no acaba ahí. Por lo pronto, los demás países viven las consecuencias de ese conflicto comercial entre China y los EEUU ya que si el renminbi no se aprecia, otras divisas lo tienen que hacer. En Japón las autoridades niponas han detectado una incipiente apreciación del yen y han acudido a la misma receta que la FED para quitarle hierro; han iniciado una nueva ronda de inyección de liquidez en la economía japonesa, reforzando así las futuras tensiones inflacionistas globales. En países emergentes como Brasil, el primer sacrificado ha sido la libertad de movimientos de capitales para así lograr frenar el alza de su divisa.

Sin embargo, Europa ni sigue el ejemplo de la FED, ni se establecen barreras al libre movimiento de capital. Lo cual, siendo como es absolutamente correcto, convierte a Europa en el gran pagano de las tensiones entre China y los EEUU. El euro se ha apreciado en más de un 17% desde el pasado mes de junio y todo apunta a lo que algunos analistas ya predicen: en pocas semanas/meses se cruzará la barrera del 1,5 contra el dólar.

Como consecuencia de todo lo anterior, se puede decir que ya es una realidad el tan temido endurecimiento de la política monetaria europea que se nos viene advirtiendo desde hace meses desde el BCE. El que Europa mantenga intacta su política monetaria mientras otros países la relajan, implícitamente resulta en un endurecimiento de la europea. Y si el temor a la inflación en Europa viene por el reciente resurgimiento de los precios de las mercancías, especialmente el precio del petróleo, la reciente apreciación del euro es más que suficiente para hacer frente a dicha inflación. Finalmente, también es cierto que los países más perjudicados por la guerra comercial entre China y los EEUU son países como España, partícipes de esa dura política monetaria europea, pero que localmente se hace sentir con una mayor severidad al ya de por sí profundo estancamiento económico que padecen.

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