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Maite Nolla

Esta canción me suena

A Alicia la colocaron para neutralizar todo esto y, así, la evolución política del PP en estos dos años se resume en el manifiesto político formulado hace un mes: la única condición para pactar con CiU es una cartera.

Propongo que las elecciones catalanas se celebren ya, antes de que alguien cometa una locura o pase alguna desgracia. Aunque ya sepan que yo no soy muy partidaria, la mejor campaña la está haciendo CiU que ha optado por no hacer ni decir nada; ni visitas al notario, ni flores a Guifré el Pilós, ni nada. En cambio, para los demás partidos la campaña no sólo se puede hacer larga, sino que se arriesgan a que el que tuviera intención de votarles hace un mes no lo haga en noviembre, porque no les reconozca. Por ejemplo, el PSC ha pasado de ser nacionalista a ser español, renegando incluso de las multas por rotular en castellano. Los independentistas suman, restan, ganan o pierden posiciones según se van descubriendo nuevos extractos de la Visa del Barça. Y hasta Ciudadanos puede verse favorecido y perjudicado por partes iguales por el hecho de que no todo lo que parezca Ciudadanos sea Ciudadanos; y me refiero a la frenética actividad de Pepe Domingo y al debate, o mejor dicho, al bucle, sobre la unión con Rosa Díez y si entre bomberos se van a pisar la manguera.

Pero lo que riza incluso mis rizos es lo que ha sucedido hoy en el Partido Popular. Comprendo que ustedes añadan cierto toque autobiográfico al comentario y les doy la razón, pero no me digan que no es una sorpresa que Alicia Sánchez-Camacho haya presentado a bombo y platillo a la que fuera candidata de Ciudadanos a la alcaldía de Barcelona en 2007. Como recordarán, la que suscribe fue protagonista de un episodio similar que acabó con mi carrera política, aunque me abrió las puertas de la NBA de la opinión política, que es esRadio. Aquello, unido al fichaje de otras personalidades de más relevancia, como Carmelo González, supuso que a Daniel Sirera se le sublevaran los funcionarios del partido, incluidos algunos de los que hoy se han hecho la foto con Esperanza García. Por ejemplo, la candidata del PP en Lérida y el diputado provincial tomaron aquello como una afrenta hasta el punto de negarme la afiliación, algo que para un partido que ellos han convertido en marginal en la provincia no está mal. Vamos, que con todos los respetos no creo que estuvieran como para reservar el derecho de admisión, aunque, a lo mejor, que les voten cuatro es su objetivo político. Supongo que asegurados los cargos del diputado en Madrid y casi el de la diputada autonómica, la cosa se ve de otra manera y si quieren fichar a gente de Ciudadanos, que les fichen; como si quieren fichar a gente de Supervivientes.

A Daniel Sirera o a Carina Mejías se los han cargado porque en su momento se dieron cuenta del daño que Ciudadanos hacía al PP y, lo que es más importante, informaron a Madrid. A Alicia la colocaron para neutralizar todo esto y, así, la evolución política del PP en estos dos años se resume en el manifiesto político formulado hace un mes: la única condición para pactar con CiU es una cartera; todo lo que un no nacionalista militante busca de un partido no nacionalista. Además, si algo ha servido para reanimar y dar vidilla –un poco artificial– a Ciudadanos, después de pequeños y grandes fracasos electorales y empresariales, ha sido el campo libre que la política del PP les ha abierto durante los dos nefastos años de mandato de la señora Camacho.

Tengo que reconocer que la noticia del fichaje de Esperanza García ha sido para mí una especie de déjà vu, pero del rollo de la versión de Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton; como raro. Como dijo Josema Yuste, es lo mismo, pero no es igual.

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